El problema se agrava

Durante diez años se nos dijo que el sistema carcelario estaba experimentando una transformación radical respecto a lo que fue en los gobiernos de la larga noche neoliberal. Superábamos un sistema anacrónico y corrupto, denigrante de la condición humana, antro de delincuencia, hacinamiento incontrolado y asfixiante, viciado desde la raíz y cuya ineficiencia estaba a la vista.

El cambio anunciado fue recibido con satisfacción, optimismo y alivio por toda la sociedad. Se publicitó el cierre de aquellas viejas prisiones y la inauguración de otras nuevas dotadas, según se dijo, de personal cuidadosamente escogido. Entre ellas hubo algunas llamadas de ‘alta seguridad’. Las inversiones fueron enormes en edificaciones y en seguridad.

De lo rudimentario y obsoleto se transitó a una supuestamente alta tecnología y sofisticación. Muchos pensamos que aquel cáncer social había pasado a la historia. La Ministra de Justicia dijo en una ocasión al diario oficial El Telégrafo que había unos 35 mil internos, un hacinamiento del 42% y el 70% de ellos tenía sentencia. “Tenemos muchas necesidades, como duplicar el número de agentes de seguridad penitenciaria”, añadió.

Sin embargo, revueltas internas, abusos, crímenes y delincuencia organizada, así como la violación reiterada, y hasta cotidiana en algunos casos, de los Derechos Humanos se reportan de flamantes centros carcelarios. ¿Tal vez por eso llegan reportes de hechos muy graves y métodos errados de manejo en cárceles de Guayaquil, Cuenca, Cotopaxi, Loja y en esta semana de Esmeraldas? El problema no se solucionó y, por lo que se conoce, se agrava.


En dos palabras puedo resumir cuanto he aprendido acerca de la vida: sigue delante”. Robert Frost Poeta estadounidense (1874-1963)

Uno comete errores, que es la vida. Pero nunca es un error haber amado”. Romain Rolland Escritor francés (1866-1944)