Los migrantes, desesperados tras el cierre del principal paso hacia Hungría

AFP

Una quincena de policías húngaros, cruzados de brazos, se instalan en la vía férrea para impedir a los migrantes el acceso de Serbia a Hungría. Una mujer con un bebé se echa a llorar.

Ebahi, su marido, intenta consolarla. Otras mujeres y niños rompen en llanto.

Esta familia, entre otras muchas que huyen de las zonas en guerra de Siria, Irak y Afganistán, es una de las primeras en tropezar con el cierre del paso de Röszke, uno de los más importantes para entrar en la Unión Europea.

«Había oído decir que los húngaros iban a cerrar su frontera pero nos decían que sería el martes», lamentó el lunes Hasán, un sirio de unos 30 años originario de Alepo que quiere ir a Suecia.

Los policías, uniformados y equipados de cascos y porras, permanecen impasibles. Nadie pasará. Otros colocan un alambrado en la vía.

Pronto se unen a ellos decenas de colegas, algunos de ellos a caballo, y militares. Los helicópteros sobrevuelan la zona.