El juego del semáforo

La solución que encontraron las autoridades locales para enfrentar la crisis sanitaria, económica y social que vive el país es jugar con el color del semáforo.

Con el poder que tienen los Comités de Operaciones de Emergencia (COE) cantonales de decidir el estatus del semáforo que rige a su ciudad, el mapa de Ecuador parece un árbol de Navidad, que cambia de color de un momento a otro.

A merced del cambio de humor y del sentido de cautela temporal de las autoridades, están las empresas, instituciones y millones de ciudadanos para los que resulta imposible pensar una estrategia o planificar la ansiada reactivación.

Un día el empresario, el tendero o el emprendedor es ‘libre’ para trabajar y producir y, en menos de una semana, está de nuevo encerrado.

Al juego se suman los semáforos a la medida. A las autoridades locales no les basta bailar entre rojo, amarillo o verde; varias han enviado solicitudes al COE Nacional para que a cada color permitan una tonalidad al gusto. Unos quieren estar en amarillo, pero con tintes rojos; otros en verde pero no tan verde, y así se podría hacer un arcoíris.

La escasa o casi nula planificación que tienen los municipios para reorganizar las ciudades y enfrentar un nuevo reto en la administración pública, hace que como única opción les quede encerrar a los ciudadanos y jugar con los semáforos por el susto o las presiones políticas y sociales.

La pandemia trajo mucho dolor y desesperación, pero también la oportunidad de repensar nuestras ciudades, oportunidad que se está tirando a la basura.

Los humanos no solo buscan la felicidad; quieren justicia y sentido.

Martin Seligman (1942- ) Psicólogo y escritor; EE.UU.

La idea de que ser científico significa ser irreligioso, es una particularmente ingenua.

Mary Midgley (1919-2018) Filósofa; Inglaterra.