‘Lloro bastante’

La burbuja protectora de Bush se encoje. Esos días felices, rodeado de sus admiradores y acólitos como, Dick Cheney, Donald Rumsfeld, Colin Powell, Alberto Gonzales, Condi Rice y Carl Rove, con quienes Bush mantenía una amistad de sobrenombres, son solo un recuerdo.

Atrás tambien ha quedado el 2001, año en que la Universidad de Yale concedió a W. Bush un diploma honoris causa , disculpándole así su paso mediocre por dicho centro educativo. ¡Qué días aquellos!

Todo es tan diferente ahora. Aunque Cheney todavía está, la mayoría de los roedores han saltado del barco en hundimiento. Rove, el llamado cerebro de Bush, renunció hace poco tiempo para embarcarse en otra misión, la de destruir otro planeta. Rice, aunque se ha quedado, ni suena ni truena. Desde afuera, la administración se veía poderosa e intimidante, una aplanadora capaz de arrollar facilmente a la
oposición. Pero la realidad era otra, segun testimonios de ex-colaboradores de la administración, dedicados ahora a escribir sus memorias y vivencias.

Usando tácticas de deliberaciones mínimas, de acciones unilaterales y de leguleyadas, esta Casa Blanca ha debilitado enormemente a la institución presidencial. Los futuros mandatarios, demócratas o republicanos, enfrentarán a congresos y cortes incrédulos o escépticos, lo que dificultará llevar
adelante sus programas de gobierno.

Pero al momento, todo parece indicar que ni el Congreso actual ni la siguiente Administración, tomarán acciones serias para revertir el daño que la administración Bush ha causado a la constitucionalidad del país. Ni nada que se haga revivirá a los muertos de Iráq.

Bush ha confesado al periodista Robert Draper, autor del libro «Dead Certain,» que llora bastante. No Señor Bush, el mundo entero llora bastante… diariamente.

Sergio Eguiguren
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