‘El buen libro de papel…’

Edgar Freire Rubio

“Los libros son estupendos: es lo mejor que hay para leer, están bien de precio, no necesitan de recarga, pasarán a nuestros herederos con anotaciones y subrayados y, cuando los sacamos de paseo, informan al universo acerca de nuestros gustos y aficiones, a través de sus cubiertas… Los metemos en nuestros bolsillos y mochilas, los zarandeamos en mudanzas, los dejamos caer al suelo inadvertidamente, y ahí están: siempre a nuestro servicio (…). Encontrar un libro de hace dos, cinco, veinte o doscientos años puede ser sencillamente imposible. A cambio, cada año hay decenas de miles de nuevos títulos, aunque: ¿cómo saber cuáles están destinados a ocupar un lugar en nuestro corazón? Y por último: ¿Cuál de los muchos libros que no he leído, de cuya existencia incluso nada sé, es vital para mí?…”.

Este viejo artículo del español José Antonio Millán no tiene palabras demás. Y es suficiente para este domingo de un atípico verano. Aunque no estaría mal alguna glosa. En Ecuador los libros “no están bien de precios”. No dejan de ser un artículo de lujo. Un libro de bolsillo jamás cuesta menos de 15 o más dólares. No digamos de pasta dura y de renombre. Y eso de que “nuestros libros pasarán a nuestro herederos”, tampoco es digno de confiar.

Doy testimonio de hijos que regalaron, botaron a la basura, o vendieron esa “herencia”, porque les estorbaba y se desprendieron arrumando en costales. Algo más: hay muchas y serias bibliotecas que no aceptan donaciones. El destino del libro no es tan apetecible. Tiene sus bemoles. ¿Cuántas preciosas y valiosas bibliotecas fueron esquilmadas o vendidas a precios de “ocasión”? (presencié ese espectáculo con los libros de Francisco Alexander. Gente que compraba por pilas y regateaban los precios. ¡Triste espectáculo!). En fin.

Lecturas

Mi amigo Víctor Hugo Chávez me regaló una copia empastada de ‘El séptimo Rafael’, de Mónica Almeida y Ana Karina López. Estaba sorprendido de la poca apertura de los medios de comunicación para comentar un trabajo investigativo de primera. Y luego de leer las 257 páginas (incluida la bibliografía y las fuentes), mi ‘pana’ tiene razón. Nunca constó ni siquiera en esas listas escasas de los ‘más vendidos’. No hay duda de que “el niño es el padre del hombre” y que nuestro ADN o árbol genealógico pesa en nuestra vida, para bien y para mal. Esa memoria emocional se transmite de generación en generación. Este minucioso y emocionante trabajo no tiene desperdicio. No escatima detalles, anécdotas, testimonios para configurar al expresidente Rafael Correa. Hay que leerlo sin prejuicios, limpiamente. Lo ‘devoré’ trepidantemente, como si fuera una novela policial. Uno llega al final, y a la triste conclusión, de que esa personalidad inamistosa y resentida, afloró a la hora de sentir el poder que le dio al ser presidente de nuestra nación. A quienes no han leído este dignísimo texto, se los recomiendo. Es dinero bien gastado (aunque a mí me obsequiaron, como casi siempre). ¡Felicitación al par de valientes periodistas! Y queda la duda de la ‘miedosa’ crítica y difusión. ¿Temor?

Este mes ha sido de lecturas sugestivas. No recuerdo, en mi vida de Librero, haber vendido o leído otra investigación histórica de gran calado. Ese regalo me ha hecho, Javier Gomezjurado Zevallos, con su ‘Historia de la muerte en Quito’. Se la ‘consume’ con un apetito excepcional. Se llega hasta el final de las 340 páginas y uno queda plenamente satisfecho. Es uno de los Académicos de la Historia más prolífico del país. Es muy cierto lo que expresa en la contraportada, “¿se ha preguntado, qué hay después de la muerte? ¿Qué ocurre con el alma o el espíritu? ¿A dónde va?”. La respuesta no es “esotérica”. Abunda la historia, sociología, antropología, tradición, leyenda. ¡Completo y qué bien relatado! ¡Congratulaciones! (qué buenísimo que la Sociedad Funeraria Nacional lo haya auspiciado. Respaldos de esta naturaleza, no es común en nuestro medio empresarial y editorial tan
fenicio).

Leí en originales ‘Juan Montalvo de frente y perfil’, de Rodrigo Villacís Molina. Ningún reparo ni ‘contribución’ de este lego lector. El amigo periodista es un especialista en el maestro ambateño. Y el plus de un gran inquisidor. Domina este oficio de ‘preguntón’ y Montalvo sale enaltecido. Se leen las 98 páginas en un santiamén y golosamente. ¡Qué bueno!

Publicaciones

Oportunamente he recibido en mi casillero, Edu@news, No. 121 (julio, 2017) y Verd.2.0 No. 103 (julio, 2017), publicaciones periódicas que dirige Rosalía Arteaga Serrano. Tienen la gracia de ser digeribles, coloquiales, temáticas (‘El pensamiento crítico’, por ejemplo). Y como valor añadido, son en papel reciclado.

La ALAI, por varios años no deja de acordarse de El Librero. Puntualmente acojo ‘América Latina en Movimiento’. Ya está leída la No. 525/526 (junio-julio, 2017) ¿Temas?: la posverdad, Venezuela, Trump, inteligencia artificial… ¡Siempre me desasnan!

EL DATO
La casilla de Edgar Freire Rubio es 17012561.

Como “notario” doy fe de que conocí y traté a Jorge Crespo Toral. Uno más de los frecuentes amigos y lectores de la desaparecida Librería Cima. La muerte no deja de hacer su cosecha y nos deja conmovidos.

Alegrarme por los 300 números de CartónPiedra (El Telégrafo). Revista que me ‘obliga’ a comprar este ‘decano de la prensa nacional’, únicamente los domingos. No me pierdo de leer a Ernesto Carrión. Un crítico que me parece honesto y corajudo. Va a quedarse sin amigos de su profesión. No se anda con halagos y todo con rigor y argumentos. ¡Por fin algo fresco!

TOME NOTA

El Librero recibe sus publicaciones en: Almacén Bolmar, calles Guayaquil N2-49 y Sucre, con atención a Martha Freire Rubio.

Celebrar los 70 años de radio Quito. No me canso de vanagloriarme de que colaboré por muchos años con ‘El libro de la semana’. Lástima que un día se acabó ese valioso espacio. ¡Una siempreviva!

¿Algo más? No fui a la Fiesta de la Luz. Los gentíos me abruman y estresan. Y mientras uno se siga tropezando en las aceras quiteñas, todo me parece un “populismo cultural”, sin dejar de respetar los gustos ajenos. Más bien miré emocionado la película ‘El ciudadano ilustre’ en ‘homenaje’ al Día Nacional de la Cultura. La cinta es un retrato más o menos a la ecuatoriana. Película que sugiero tanto como lo hizo oportunamente Leonardo Valencia.
Quedo en deuda con el Dr. Marcelo Lalama y un par de amigos más. Hasta septiembre. ¡Amén!

«En Ecuador los libros ‘no están bien de precios’. No dejan de ser un artículo de lujo”.