A propósito de ‘La lluvia sabe por qué’

Annamari de Piérola* · La reciente publicación de ‘La lluvia sabe por qué’ (Loqueleo, 2018) es un buen motivo para reflexionar sobre la obra de María Fernanda Heredia, una de las autoras de mayor reconocimiento en el campo de la literatura para niños y jóvenes en Ecuador y en varios países de Latinoamérica.

Michèle Petit, antropóloga de la lectura y autora de libros como ‘Una infancia en el país de los libros’ (2008) y ‘Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura’ (2011), manifiesta que la lectura sirve para varios fines, entre estos, tener acceso al saber y apropiarse de la lengua.

En ello coinciden todos los realizan estudios sobre la lectura y la comprensión lectora. Pero Petit menciona algo muy significativo, poco divulgado y escasamente valorado; sostiene que la lectura sirve para construirse como persona, que puede ser «en todas las edades un camino privilegiado para construirse uno mismo, para pensarse, para darle un sentido a la propia experiencia, formar a los deseos, a los sueños propios […]. Permite llegar a conocerse mejor, poder pensarse en su subjetividad, y mantener un sentimiento de individualidad; la lectura así cobra una importancia aún mayor».

Ese es el principal valor de la lectura, que permite que un ser humano se construya como individuo. No sirve de nada que llenemos a un niño de conocimientos o que le enseñemos reglas ortográficas y de puntuación si no le damos las herramientas para que se identifique como persona.

Y en esta época de tanta competencia, de tanta indiferencia, de tanta conectividad pero a la vez tanta soledad y superficialidad, muchas veces hay niños y jóvenes —y también adultos, por qué no— que no se sienten seguros de quiénes son.

María Fernanda Heredia es una experta en crear personajes con los que los lectores se identifican inmediatamente y que permiten que se construyan como individuos.

En ‘La lluvia sabe por qué’, por ejemplo, se entrecruzan dos historias, la de Lucía, una chica que sufre acoso escolar por haber sido fotografiada mientras se cambiaba de ropa y luego la foto circula imparable y su vida se empieza a derrumbar, y la de Antonio, un chico cuya madre emigra a España, él se queda con su tía y primo y sufre el maltrato de su tío. Son situaciones muy actuales narradas con el estilo directo y sobrio de la autora, que atrapa a los lectores.

Esa es la mayor virtud de la obra de Heredia y por eso está llegando cada vez más lejos internacionalmente, porque la literatura que trasciende es la que hace que los lectores se conmuevan, se cuestionen acerca de sí mismos y de sus vidas, modifiquen su visión acerca de un tema, entiendan a personas que son o piensan diferente, pierdan el miedo a algo, se arriesguen…

Es digno de resaltar que es a través de la literatura infantil y juvenil que la narrativa ecuatoriana está rompiendo el enclaustramiento de las últimas décadas.