Vacaciones

El viernes salieron. Dejaron atrás los horarios y los deberes. Llevaron consigo la experiencia y las cartulinas pintadas, las loncheras sucias y desgastadas.

Lanzaron las mochilas para no cargarlas por dos meses. Están de vacaciones.

Pasó un año lectivo y ahora la pregunta es ¿qué hacemos con ellos? Todos los padres están afanosos y desesperados buscando cursos vacacionales, las madres ya no saben qué hacer con los niños y niñas en las casas.

Antes las vacaciones eran dedicadas al ocio, al descubrimiento personal, a la excursión, ahora son como una extensión de la escuela. Los alumnos de primaria y secundaria tienen derecho a la holgazanería, a no despertarse temprano para ir a un curso vacacional, a comer en la cama, a dormir tarde, a jugar sin saco hasta que anochezca.

Las vacaciones no tienen por qué convertirse en espacios formales y normados, además de costosos, pues los famosos cursos, talleres y campamentos no son baratos y se ha encontrado un nicho de negocio en esta necesidad de poner a hacerles algo a los chicos. Los tiempos han cambiado y las necesidades y realidades son diferentes, pero el espíritu de las vacaciones nunca se pierde. Hay que ser creativos con los hijos, salir a descubrir el barrio, buscar nuevos espacios; hay que ser cómplices de nuestros hijos en este período.

Hacer camping en la sala, encender una fogata en el patio, en la terraza o en el balcón, salir a pintar en la pared, son actividades que podemos realizar con nuestros hijos pequeños; ahora que con los adolescentes la situación cambia, pero es bueno volver al espíritu del barrio, con los campeonatos deportivos.

Las vacaciones de la Sierra están presentes, son dos meses en los que los padres, podemos volver a ser esos escolares, por horas o fines de semana, con la finalidad de establecer más lazos afectivos y de confianza con nuestros hijos.

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