No es contra nadie

No, no se trata de una persecución ‘canibalesca’ en contra de algún expresidente, ni de revancha, ni de odios, ni de evitar que una misma persona vuelva a sentarse en el sillón del Palacio de Carondelet. Todas las democracias, las verdaderas, reconocen en la alternancia de poderes un pilar elemental.

No se trata de decir que “es el pueblo el que elige, en las urnas, si quiere que alguien se quede toda la vida en el poder”. Se trata de que una democracia no puede dejar espacio a la duda, a la interpretación fortuita y a las ambigüedades. De no permitir que venga alguien con un discurso suntuoso y millones en las arcas públicas para gastar en propaganda, a tratar de perennizarse en su apetecido puesto.

Peor aún, que no le importe hacerlo a costa de la libertad y la paz de todo un pueblo. Es cuestión de comprender que es un riesgo demasiado grande, porque el poder en manos inescrupulosas puede convertirse en una peligrosa golosina difícil de echar a un lado.

Los militantes de ningún proyecto político: de izquierda, de derecha, de centro, de ningún partido, deben esbozar siquiera la nefasta idea de que todo lo que no sean ellos está mal, de que todo lo que hubo antes fracasó y de que en todo lo que viene por delante tendrán que estar presentes.

Por eso, la reelección indefinida debe desaparecer de nuestra Constitución. El catedrático Jaime Costales lo dijo recientemente con claridad: “Un mediocre en 10 años puede hacer mucho para destruir y un gran estadista puede hacer en cuatro años cosas extraordinarias”.

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Volver atrás es imposible. Mi reloj va siempre hacia adelante. La historia también”. Oswald de Andrade Escritor brasileño (1890-1954)

Descubrí que no había nada que no pudiera construir, en especial, si tenía herramientas”. Daniel Defoe Escritor inglés (1660-1731)