Lenguaje y paradoja

Eduardo Naranjo

La invención del lenguaje en la raza humana fue clave para su avance y desarrollo, proceso que llevó algunos miles de años hasta el momento en que, dos hablantes coincidieron sobre el mismo objeto. El conocimiento actual muestra que si un individuo dice algo el que escucha interpreta desde su propia experiencia, en definitiva, es una acción de coincidencia probabilística mayor que cero.

El proceso repetitivo de vocablos permite alta probabilidad de coincidencia, por eso el hecho comunicativo se define como una reducción de incertidumbre, esto teóricamente, porque en la interacción diaria de individuos hay dos “intencionalidades”, la del individuo que codifica un mensaje y la del oyente, que lo descifra desde su propio mundo mental, que es memoria acumulada de razón y emoción, punto donde unos controlan a otros.

Un político arma un “discurso”, con una secuencia de frases de aparente sentido favorable a las masas, pero de múltiple significado y cuando dice “ daremos pan a todos” se refiere a su gallada, en tanto el resto de oyentes descifran ese enjambre de vocablos desde sus potenciales aspiraciones y creen que las palabras están dirigidas a resolver sus problemas, pero es solo un juego de lenguaje, al que los especialistas suman, no solo frases, sino el tono, el vestido, el pelo, la cara (razón por que unas cuantas políticas se hacen recortes de rostro), etc.

Vivimos en un escenario donde todos creen entender algo y ven reflejado en ese ser fabricado, una solución a sus vidas que a la postre nunca llega, porque el reparto de la riqueza de un país solo llega a pocas manos. De allí la paradoja, de algo tan bueno y bello, como el lenguaje que siendo liberador es también yugo opresor de sociedades enteras y forjador de vaporosas ilusiones.

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