Jaime Vintimilla
Dos autoras, Carmen Pumar y Jenny Londoño, describen con claridad la realidad de las mujeres en la época de la audiencia, pues, al parecer, ha existido una intención de ocultar la labor de la mujer, ya sea española, ya sea criolla, motivada, sin duda, por el papel secundario al que estuvo relegada en la península durante los siglos XVI, XVII y XVIII.
Por su parte, la mujer indígena es considerada, más allá de la discriminación imperante, como aquel baluarte en la conformación de la sociedad mestiza, a la que se considera como la propiamente iberoamericana, es decir, del conjunto de países en los que hoy se habla el español o el portugués.
Las españolas enseñaron la forma de vivir cotidiana e infinitas fueron sus funciones en los Reinos de las Indias, pero entre todas destacaron dos, particularmente importantes: la socio-económica y la de maestra cultural.
En la aportación cultural, “la mujer tuvo una intervención decisiva, pues fue el modelo del sistema de colonización hispánica”. Ella enseñó la lengua castellana a las indígenas del Caribe, conformando un idioma básico que más tarde se iría extendiendo a otras zonas continentales.
En la Audiencia de Quito se habla de matriarcas o matronas “para señalar a determinadas señoras de la élite que detentan un determinado poder sobre la familia patriarcal, que emana del poder patriarcal de sus cónyuges y de la propiedad territorial y económica de la pareja y que defienden y mantienen los mismos valores de la sociedad patriarcal”.
Las mujeres de los sectores populares debieron contribuir a su sostenimiento y al de su familia, no sólo con todo tipo de labores domésticas supuestamente “propias de las mujeres”, sino que debieron emplearse en multitud de actividades que representaban gran esfuerzo físico y creativo, tiempo y dedicación, tratando de sobrevivir y para colmo ocultadas.
Es importante estudiar la historia para comprender algunos procesos de ruptura del patriarcado.