La política como arte

Quienes trabajan mucho tiempo en un campo del conocimiento acumulan saberes y experiencias relevantes con los que perciben contextos y toman decisiones correctas de manera casi instantánea. Ese tipo de razonamiento está fuera del alcance de los ordenadores, que pueden acumular respuestas pero no son capaces de formular preguntas. Nuestras rápidas suelen ser acertadas pero no son mágicas, tienen que ver con un tipo de pensamiento.


Si visitamos una casa que podemos comprar, leemos las primeras frases de un libro o conocemos a una persona, nuestra mente saca conclusiones casi automáticas que después es difícil cambiar. La impresión que causamos en el otro durante los primeros minutos en que lo conocemos es determinante para el futuro de esa relación. El pensamiento rápido no usa silogismos o análisis discursivos, funciona guiado por una acumulación de experiencias y la posibilidad de integrarlas de manera inconsciente para producir un resultado.


Cuando el museo Paul Getty planeaba adquirir una estatua griega, se la presentaron a Evelyn Harrison, una experimentada autoridad en el tema. En cuanto la vio, para ella fue claro que se trataba de una falsificación. Su actitud no se basó en un examen minucioso, en la aplicación de pruebas técnicas o el uso de herramientas científicas para analizar la pieza. Simplemente percibió, gracias a su experiencia, que algo estaba mal en ese objeto y tuvo la razón.


El pensamiento rápido de los políticos fue la única guía en la lucha por el poder, antes de que se sofisticara con el desarrollo de los medios de comunicación, las investigaciones y las técnicas propias de nuestros días. Con todos los recursos electrónicos que existen actualmente podemos procesar mucha información, pero no es posible reemplazar la experiencia de los políticos experimentados capaces pensar usando una intrincada red de connotaciones que están más allá de las palabras y de las cifras para hacer sus análisis.


Las investigaciones y la estrategia proporcionan herramientas para analizar la política racionalmente, pero la realidad es más compleja de lo que puede comprender la razón. Es indispensable contar con la sabiduría de personas que han convertido la política en un arte, acumulando experiencias y conocimientos que, cuando se complementan con lecturas y el intercambio con otros personajes semejantes, producen frutos tan sofisticados como los vinos de gran calidad.


*Profesor de la GWU, miembro del Club Político Argentino.