Guayaquil, guadaña

Varios han sido los hallazgos arqueológicos de los homo neardentales, que habitaron la tierra hace 100 mil años, los registros fósiles y las pruebas genéticas han permitido entender más sobre este grupo humano, desde su dieta y sus labores, su alta capacidad de adaptación, hasta sus costumbres de las cuales llama la atención, yacimientos que comprueban rituales de entierro a sus muertos, generando así una incipiente cultura funeraria que en sí, es uno de los aspectos que más los acerca a nosotros.

Hago este prólogo para recalcar la importancia de estos rituales no en el Ecuador ni en esta época, sino a nivel mundial ya que desde hace miles de años la muerte da sentido a la vida y por ello el valor, la dignidad y el respeto a la misma.

La OMS en sus recomendaciones para el cuidado mortuorio por Covid-19 es clara en la aplicación de los principios de SENSIBILIDAD CULTURAL, no prohíbe entierros ni funerales (con el debido procedimiento) Es responsabilidad del MSP entregar las actas de defunción pero el colapso funerario es de tal magnitud que ni el mismo presidente sabe de cifras exactas.

Guayaquil se está escribiendo con “G” de guadaña, a pesar de sus presagios, es la ciudad más afectada de América Latina, tiene más muertes que países completos con escenarios de terror, cadáveres en las calles y muertos que deben permanecer dos o más días en sus casas sin un entierro digno, todo esto responde a un “modelo exitoso” de ficción que por casi treinta años ha privilegiado a unos pocos en perjuicio de muchos otros.

Internacionalmente hemos sido el ejemplo de todo lo que no se debe hacer por tanta mortandad, a las autoridades se les olvidó que para superar la emergencia primero hay que aceptar que existe y en medio de tanta bulla, ni ellos mismo han podido tragarse su silencio.

Rogelio Durán