Ecuador con destino a Venezuela o Cuba

Estamos acostumbrados a la queja, la protesta, al memorial de agravio, a la manipulación de ciertos politiqueros con su tesis de que “roben, pero que hagan obras”. Son formas de expresión de intereses particulares o sectoriales. Nos resistimos a pensar en el país como un todo en el que también entran los demás, los próximos y los lejanos, con los que tenemos que compartir problemas, aspiraciones.

Desde luego, nos duele un país desintegrado con una economía estancada, con políticos que se creen dueños de las obras y que se aprestan a reelegirse o terciar en las elecciones de 2021 con otras caretas o camisetas, confiados en el fraude.

Esa visión egoísta, localista o sectorialista, ha producido graves distorsiones en nuestra vida política y económica. Las provincias o ciudades más grandes han usado su capacidad de movilización o su gran número de asambleístas para no cambiar nada e imponer sus intereses sobre los del resto del país.

Los populismo de izquierdas y derechas que han destruido la economía ecuatoriana son la persistente evasión y elusión tributarias, la condonación de deudas al Estado, los intentos de privatización de la Seguridad Social, la remisión de intereses y multas, el perdón al pago de impuestos, la sucretización de las deudas privadas, el feriado y los salvatajes bancarios, la dolarización o la Ley “Trole 3” (2018), el Decreto 883 y sus consecuencias

También una amplia gama de corruptelas entre privados, la manipulación de la información de ciertos medios de comunicación, las leyes penales en blanco, el fracaso del manejo del poder punitivo del Estado, la inseguridad ciudadana, el desempleo marcado y la justicia a la carta. Nos han demostrado que la “cirugía mayor contra la corrupción” es una falacia.

Estamos acostumbrados a la queja, la protesta, al memorial de agravio, a la manipulación de ciertos politiqueros con su tesis de que “roben, pero que hagan obras”. Son formas de expresión de intereses particulares o sectoriales. Nos resistimos a pensar en el país como un todo en el que también entran los demás, los próximos y los lejanos, con los que tenemos que compartir problemas, aspiraciones.

Desde luego, nos duele un país desintegrado con una economía estancada, con políticos que se creen dueños de las obras y que se aprestan a reelegirse o terciar en las elecciones de 2021 con otras caretas o camisetas, confiados en el fraude.

Esa visión egoísta, localista o sectorialista, ha producido graves distorsiones en nuestra vida política y económica. Las provincias o ciudades más grandes han usado su capacidad de movilización o su gran número de asambleístas para no cambiar nada e imponer sus intereses sobre los del resto del país.

Los populismo de izquierdas y derechas que han destruido la economía ecuatoriana son la persistente evasión y elusión tributarias, la condonación de deudas al Estado, los intentos de privatización de la Seguridad Social, la remisión de intereses y multas, el perdón al pago de impuestos, la sucretización de las deudas privadas, el feriado y los salvatajes bancarios, la dolarización o la Ley “Trole 3” (2018), el Decreto 883 y sus consecuencias

También una amplia gama de corruptelas entre privados, la manipulación de la información de ciertos medios de comunicación, las leyes penales en blanco, el fracaso del manejo del poder punitivo del Estado, la inseguridad ciudadana, el desempleo marcado y la justicia a la carta. Nos han demostrado que la “cirugía mayor contra la corrupción” es una falacia.

Estamos acostumbrados a la queja, la protesta, al memorial de agravio, a la manipulación de ciertos politiqueros con su tesis de que “roben, pero que hagan obras”. Son formas de expresión de intereses particulares o sectoriales. Nos resistimos a pensar en el país como un todo en el que también entran los demás, los próximos y los lejanos, con los que tenemos que compartir problemas, aspiraciones.

Desde luego, nos duele un país desintegrado con una economía estancada, con políticos que se creen dueños de las obras y que se aprestan a reelegirse o terciar en las elecciones de 2021 con otras caretas o camisetas, confiados en el fraude.

Esa visión egoísta, localista o sectorialista, ha producido graves distorsiones en nuestra vida política y económica. Las provincias o ciudades más grandes han usado su capacidad de movilización o su gran número de asambleístas para no cambiar nada e imponer sus intereses sobre los del resto del país.

Los populismo de izquierdas y derechas que han destruido la economía ecuatoriana son la persistente evasión y elusión tributarias, la condonación de deudas al Estado, los intentos de privatización de la Seguridad Social, la remisión de intereses y multas, el perdón al pago de impuestos, la sucretización de las deudas privadas, el feriado y los salvatajes bancarios, la dolarización o la Ley “Trole 3” (2018), el Decreto 883 y sus consecuencias

También una amplia gama de corruptelas entre privados, la manipulación de la información de ciertos medios de comunicación, las leyes penales en blanco, el fracaso del manejo del poder punitivo del Estado, la inseguridad ciudadana, el desempleo marcado y la justicia a la carta. Nos han demostrado que la “cirugía mayor contra la corrupción” es una falacia.

Estamos acostumbrados a la queja, la protesta, al memorial de agravio, a la manipulación de ciertos politiqueros con su tesis de que “roben, pero que hagan obras”. Son formas de expresión de intereses particulares o sectoriales. Nos resistimos a pensar en el país como un todo en el que también entran los demás, los próximos y los lejanos, con los que tenemos que compartir problemas, aspiraciones.

Desde luego, nos duele un país desintegrado con una economía estancada, con políticos que se creen dueños de las obras y que se aprestan a reelegirse o terciar en las elecciones de 2021 con otras caretas o camisetas, confiados en el fraude.

Esa visión egoísta, localista o sectorialista, ha producido graves distorsiones en nuestra vida política y económica. Las provincias o ciudades más grandes han usado su capacidad de movilización o su gran número de asambleístas para no cambiar nada e imponer sus intereses sobre los del resto del país.

Los populismo de izquierdas y derechas que han destruido la economía ecuatoriana son la persistente evasión y elusión tributarias, la condonación de deudas al Estado, los intentos de privatización de la Seguridad Social, la remisión de intereses y multas, el perdón al pago de impuestos, la sucretización de las deudas privadas, el feriado y los salvatajes bancarios, la dolarización o la Ley “Trole 3” (2018), el Decreto 883 y sus consecuencias

También una amplia gama de corruptelas entre privados, la manipulación de la información de ciertos medios de comunicación, las leyes penales en blanco, el fracaso del manejo del poder punitivo del Estado, la inseguridad ciudadana, el desempleo marcado y la justicia a la carta. Nos han demostrado que la “cirugía mayor contra la corrupción” es una falacia.