Dormir tranquilo

¿Cuál es la necesidad, la ambición o el desatino que conduce a alguien a la oscura tormenta de la corrupción? ¿Qué le hace pensar que nunca nadie se dará cuenta, que escondiendo sus debilidades en techos o en lujosas suites sería como si nada hubiera pasado? ¿Qué lleva a alguien con poder a sacrificar su tranquilidad?

Nada es más gratificante que ir por la noche a la casa, leer un buen libro, ver una película y luego dormir tranquilo. Uno puede tener deudas, llegar con lo justo a fin de mes y no tener todo lo que se quisiera, pero qué grande es esa sensación de paz de no tener nada que no es suyo, de saber que lo que se tiene ha sido ganado honradamente.

Sentirse seguro porque puede salir a la calle sin el miedo de que alguien le insulte, le grite o le reclame. Que puede pasear por un parque con su familia, llevar a sus hijos a un concierto, entrar a un cine o a un teatro sin que nadie le pueda reprochar por lo que ha robado o porque se hizo de la vista gorda mientras otros robaban.

Cada decisión tiene una consecuencia, dicen todas las sabidurías; siempre se cosecha de lo que se ha sembrado. No puedes esperar una manzana si plantaste una ortiga. Hay una frase más, una que solían repetir siempre nuestros abuelos: “No hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague”.
Lo saben aquellos a quienes el pueblo les confió su destino y lo traicionaron. Saquemos una lección de quienes en estas noches no pueden dormir tranquilos. Evitemos que la corrupción siga siendo lo común. Hagamos que la decencia se convierta en lo normal dentro de la política y fuera de ella.

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Ser independiente de la opinión pública es la primera condición formal para lograr algo grande”. Friedrich Hegel Filósofo alemán (1770-1831) La opinión pública es un poder al que nada resiste”. Napoleón Bonaparte Emperador francés (1769-1821)