Aplaudiendo al humillado

Nuestra historia se ha construido entre lapsos de turbulencias sociales, políticas y económicas, entre dictaduras cruentas que se han encargado de escribir las páginas de América Latina y últimamente como una constante; toques de queda y estados de excepción.

Aquí una breve síntesis en materia de Derechos Humanos.

El estado de excepción es una institución jurídica, prevista y regulada en la Constitución, mediante la cual se faculta al Presidente de la República a adoptar ciertas medidas de carácter excepcional, cuando se presenten situaciones de crisis, por lo que las facultades adoptadas tienen como fin superar este contexto de emergecia en el que nos vemos inmersos.

Implica, únicamente suspender o limitar el ejercicio del derecho a la inviolabilidad de domicilio, inviolabilidad de correspondencia, libertad de tránsito, libertad de asociación y reunión, y libertad de información, en los términos que señala la Constitución.

Medidas que deben responder estrictamente a principios de necesidad, proporcionalidad, legalidad, y razonabilidad.

La línea entre lo legal y los excesos es bastante clara.

Varios son los videos que han circulado por redes sociales en donde se puede evidenciar los excesos de miembros de las fuerzas públicas golpeando, cortando el cabello y rayando el rostro de la clase social más desfavorecida por estas medidas. Estas atribuciones no son razonables ni necesarias, no tienen otro fin más que el de humillar y atentar contra la integridad personal.

A todo esto lo más insensato son los comentarios de apoyo por parte de la ciudadanía que pide “circo” a gritos a un gobierno que le sobran payasos.

Rogelio Durán