André Gide

Manuel Castro M.

El arte sucede como dicen los ingleses; o el espíritu sopla como se dice en el Eclesiastés. Es el caso de ‘Corydon’, obra que su autor tuvo escrúpulos y dudas a la hora de darle difusión. Es un ensayo del “amor griego” o homosexualismo. Obra de gran finura y admirable prosa –Gide obtuvo el Premio Nobel de Literatura-. Para hablar del tema no hay necesidad de desfiles, maquillajes, orgullos y politiquerías, pues Gide lo trata con ingenuidad y cautela. No sorprende ahora la audacia (1920).

El personaje del ensayo (Corydon) suelta como si nada: “El amor es una invención completamente humana; el amor no existe en la Naturaleza” Y completa: “Es instinto sexual disimulado”. Don Miguel de Unamuno asentaba: en el mundo occidental el amor es simplemente literatura. Y Corydon completa: “El instinto sexual no tiene esa precisión que algunos lo prestan.”

Los amigos de Gide intentaron disuadirle de publicar el libro, por temor al escándalo. ”Los amigos –dice Ibsen- son peligrosos, no tanto por lo que nos hacen hacer como por lo que nos impiden hacer”. Gregorio Marañón, prologuista del libro, afirma que debía presentar el librito por la importancia, pero que por otra parte, le preocupaba el bien público “y estaba dispuesto a velar mi pensamiento en cuanto podía turbar el buen orden, por lo que encerré el Corydon en un cajón y lo tuve ahogado tanto tiempo”.

Al inicio de la obra dice Gide: En el año 1900, un proceso escandaloso (Juicio a Wilde) puso sobre el tapete una vez más la irritante cuestión del uranismo (inversión sexual). Cansado de vociferar sobre este tema a los ignorantes, los obcecados y los tontos, quise ilustrar mi juicio, y, no reconociendo más que la razón, y no solo exclusivamente al temperamento, el derecho a condenar o absolver, decidí entrevistar a Corydon”.

Mucha agua ha corrido desde hace cien años sobre un tema que no es nuevo. Como concluye Marañón en su prólogo es lo cierto: nuestra misión no es juzgarlo sino publicarlo. Mejor que eso: tratar el tema con respeto, no debe ser ni tema de propaganda peor de exaltación, sino que la sexualidad se debe tratarla en forma austera.

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