Al mal tiempo, buena cara…

Alfonso Espín Mosquera

Cuando casi el 50% de electores no definen aún su voto, ¿qué se necesita para ser candidato, más allá del cumplimiento de los requisitos de ley que solicita el CNE, en cuanto del perfil más elegible entre los electores?

La teoría de los ‘Estudios de recepción’ dice que no es importante el mensaje, sino el público receptor. En la práctica, muchos ciudadanos no se enteran de quiénes son los candidatos y peor qué proponen. Tal vez por la frustración que ha traído la clase política, o porque hay que trabajar y no hay tiempo para “cosas de vagos” como dirían abuelos, pensando en los políticos de ahora.

Aparecen mayoritariamente unos nombres y unas caras que nunca se habían visto, algunos son de la misma política, del mundo del deporte; hay personajes mediáticos; algunos son de la ‘tecnocumbia’ y la ‘rockola’, y también hay exreinitas. Entre todos, unos dos, como excepción, académicos. Cada vez preocupan más las preferencias políticas de nuestro pueblo, parecería que le apuntan al divertimento, al circo o al show.

Pensar en una ideología es un anacronismo. Las componendas están más vigentes que nunca; se trata de un juego de intereses personales, donde no entran postulados ni ideales. Tampoco se contemplan las reales necesidades de los pueblos, descubrirlas por las calles, sirve solamente para las fotos o el abrazo de campaña, después “si te he visto no me acuerdo”.

Toca votar, porque sin papeleta de votación no se puede hacer ningún trámite, bien decía un “meme” desde el humor ciudadano: “Con esa clase de candidatos, siquiera dejen ir a votar borrachos”. Sin embargo, debe aflorar nuestra responsabilidad ciudadana y, en un acto de fe, elegir con la esperanza de que los triunfadores susciten mejores días el pueblo; de lo contrario habrá que exigirles correcciones.

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