Para matar el ‘spleen’

Para matar el ‘spleen’
Anuncio. Del circo publicada el 12 de junio de 1908, en El Comercio.


Susana Freire García

En estos días llenos de incandescente sol, más de un habitante busca destinar su tiempo al esparcimiento y la diversión. Poco a poco comienzan a asomar en los barrios de la capital improvisados parques de diversiones, con la infaltable rueda moscovita o el carrusel, sin descontar la venta de dulces y comida rápida para deleite de los visitantes.


Mientras observo estas escenas cotidianas, me pregunto: de qué forma los quiteños mataban el ‘spleen’ a principios del siglo XX durante la estación veraniega. Esto de matar el ‘spleen’ tiene su gracia, ya que hace relación al hecho de buscar alternativas ante el tedio y la monotonía de la vida diaria.


De ahí que, hurgando como siempre en el pasado, hallé unas notas interesantes al respecto. Una de ellas está relacionada con el parque de La Alameda que para aquel entonces era uno de los pocos espacios con los que contaban los quiteños para distraerse. Es así que el 15 de julio de 1906 y con la presencia de la señorita América Alfaro (hija del general Alfaro) se inauguró en La Alameda ‘el ferrocarril miniatura’ a fin de que los quiteños pudiesen pasearse alrededor del parque de una manera novedosa y a precios módicos. Ese mismo día también se echaron al agua dos elegantes canoas, con el acompañamiento de las bandas militares y la entrega de hermosas estampillas conmemorativas.


Un año más tarde, los quiteños esperaban con ansias la llegada del Circo Eduardo Nelson. Si bien el estreno estuvo anunciado para el 22 de junio de 1907, la ausencia de una banda dejó a más de uno ‘con los churos hechos’.

Tres días después y con las entradas agotadas, los asistentes disfrutaron de varios actos como ‘el carrusel humano y las pirámides’, la cuerda elástica a cargo de la señorita Julia Nelson, o los actos de flexibilidad dorsal ejecutados por la niña Gilda. Para brindar un buen servicio al público, tanto la calle que conducía a la Plaza de Toros como el circo, contaron con luz eléctrica, y en cuanto al transporte las agencias de coches pusieron a disposición sus vehículos en la Plaza del Teatro.


Para las siguientes funciones, que se desarrollaron durante julio de 1907, no solo que se rebajaron los precios de las entradas sino que se implementaron otros actos como corridas de toros, en la que tomó parte la cuadrilla del torero Froilán Pérez, mejor conocido como ‘Chatillo’, y el valeroso Gavira. Los quiteños disfrutaron del salto a la garrocha, al trascuerno y banderillas en silla, además de los actos más destacados del Circo Nelson, que brindó su última función el 21 de julio con lleno completo.


Tras la despedida de los actores circenses, el fantasma del ‘spleen’ retornó nuevamente al Quito de 1907. Y mientras el sol seguía haciendo de las suyas, algún quiteño inquieto trataba de alcanzar un rayo de ilusión en medio de tanto fulgor…
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«Los asistentes disfrutaron de varios actos como ‘el carrusel humano y las pirámides’, la cuerda elástica a cargo de la señorita Julia Nelson, o los actos de flexibilidad dorsal ejecutados por la niña Gilda”.