Una peligrosa telenovela llamada CNE

Las actuaciones del CNE lejos de proporcionar la oportuna tranquilidad y transparencia para la gestión de las elecciones de 2021, siguen generando controversias y polémicas por las exclusiones y aparentes trabas que se aplicarían, según afirman los involucrados, “a dedo”, en contra de algunos candidatos o aspirantes a candidatos a la presidencia.

Sin el afán de querer defender a ningún involucrado en dichas polémicas, resulta impostergable señalar y advertir la peligrosísima percepción, aunque fuese equivocada, que se transmite a la ciudadanía de que el CNE se ha vuelto un actor político que pretende favorecer a unos y perjudicar a otros.

Claro está que esta no es la postura del CNE, pero seguir con esta tortura china de no saber si, por ejemplo, Álvaro Noboa puede o no puede postularse, es la enésima demostración de una mala gestión que solo alimenta sospechas y suspicacias entre la ciudadanía que no logra entender, pues nadie nos explica las cosas con claridad, por qué el TCE y el CNE -sobre el mismo tema- no parecen tener la misma postura.

Admitir o inadmitir a candidatos a una contienda electoral es sumamente serio y más aún si el candidato inadmitido tendría serias posibilidades de ganar. También en el caso del binomio Arauz-Rabascall hubo muchas suspicacias, pues resulta evidente que son candidatos incómodos; pero en democracia no debe haber trabas para que gane el candidato más oportuno, sino que gane el candidato que designe el pueblo. Conceptos basilares que en Ecuador parecería empiezan a irrespetarse.

Debemos rechazar las afirmaciones de muchos políticos de que el CNE sea “manejado por el PSC y Lasso” y, por esto, el CNE debe reorganizarse y mejorar la comunicación y el diálogo con los ciudadanos, quienes estamos muy confundidos por falta de información oportuna que nos impide entender por qué eliminar a un binomio que afecta la votación de Lasso solo responde a las reglas del juego y a la ley.

Es importante que el CNE reconquiste la confianza de la población, pues en febrero todos necesitamos vivir una fiesta democrática y, seguir añadiendo drama a esta telenovela llamada CNE, solo hace prever que en febrero las cosas podrían salirse de las manos. ¡Cuidado!