¿Qué es tener conciencia?

Varios lectores estarán hastiados de leer tanta ignominia y maledicencia que se vierten como noticias o textos de opinión; y por eso, me propuse buscar lo positivo de este tiempo que nos ha tocado vivir. Ciertamente pensé en la naturaleza descansada y desintoxicada, mientras los humanos, sus depredadores, se mantenían en sus casas sin opción de agredirla. Hice conciencia de las aves, del mar, los ríos y más fuentes de agua pura, regenerándose en pos de una nueva vida. Creí que las experiencias casa adentro tocarían la conciencia de muchos seres que, talvez por primera vez compartieron tiempo valioso con sus hijos, quizá entendieron también el valor de la vida, la pasividad de las urbes en descanso y el valor de no usar los automotores para evitar la emanación de gases tóxicos.

Si eso era importante, mucho más el encuentro con sus propias conciencias, la exploración interna de los espíritus de cada ser humano, las nuevas y positivas formas de ver la vida con optimismo y hasta valoré este tiempo difícil que hemos tenido.

Sí, les juro, he tratado de pensar así, de hacer un alto y meditar trascendentalmente; y me ha servido, claro, debe ser también porque de alguna forma tengo solucionadas las necesidades básicas: alimentación, techo, medicinas, vestido y aun tiempo para pensar en todo esto; pero cuando veo en la calle a niños, ancianos, jóvenes que transitan entre el hambre, el abandono y la adicción; entre el desempleo y la necesidad, no puedo concentrarme, me siento egoísta meditando y me saltan a la mente las inequidades sociales, los estereotipos arraigados en varios sectores que, por ejemplo, han dado más valor a un perro que a un ser humano, porque se ha puesto de moda como una manera light de ser “ser conscientes”, adoptar canes de la calle y atenderlos con amor, no comer carne por propia elección, sin pensar que hay quienes no comen un mendrugo de pan porque no tienen para ello.

Qué bueno amar a los canes, alimentarse con salud, ser optimistas; pero cuidado con olvidarnos de la realidad, porque nuestras circunstancias son posiblemente las de una minoría social con capacidad para amarse, mimarse, para entender lo trascendente, para ir de compras saltando los mendigos del camino.

Cuidado con cerrar los ojos y olvidarnos del resto, porque los verdaderos depredadores, aunque parezca trillado, común y sabido es, son los políticos de mala entraña que revolotean como aves de rapiña sobre sus presas.

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