Un atisbo de esperanza

Rocío Silva

Galo Lara, exasambleísta de Sociedad Patriótica, parece no haber sido condenado a cumplir una sentencia de diez años de cárcel, parece haber sido condenado a muerte. A nadie del Ministerio de Justicia ha interesado su condición diabética; pero así: enfermo, descalzo, acalambrado con úlceras en sus pies y conculcado en sus más elementales derechos como el acceso a su Biblia, tiene la frente en alto, se sabe el blanco del odio del régimen correísta.

Con mucha esperanza se pretende que hoy, tres de agosto de 2018, Lara pueda hacer realidad su ilusión indómita, cuando dijera mediante una carta a Monseñor Fausto Trávez: «estoy convencido y cada día que pasa sé que se acerca mi libertad, puedo sentirlo, viene desde el cielo, me aferro a eso cada día más». Con sus cartas desde la cárcel, batalla continua e inquebrantable, ha proclamado con toda la fuerza posible, que está preso por haber denunciado casos de corrupción en el gobierno; entre ellos, la compra de los helicópteros Dhruv, la compra de los radares chinos que nunca se colocaron, y por los cuales se rescindió un contrato de USD 60 millones. La empresa china ha reclamado USD 280 millones de indemnización en una demanda contra el Estado ecuatoriano.

Galo Lara, criminalizado en 307 cadenas de radio, TV y prensa gubernamental, fue llevado a juicio en diciembre del 2012, el proceso ha sido denunciado por su defensa, como plagado de irregularidades, faltas al debido proceso y pruebas cuestionadas, fue primero sentenciado como inocente, pero luego su caso se reabrió y tras el testimonio verbal de un solo testigo, fue hallado culpable de ser cómplice de asesinato, junto a su pareja Carolina Ramos, encontrada culpable.

La Dirección del Centro de Privación de Libertad Regional Zonal 8, en la que está recluido Galo Lara, ha sido notificada, para la audiencia fijada para las 09:00 este día, con el expediente del privado de la libertad y que se proceda al traslado del detenido. Un atisbo de esperanza fluye, ¿Será que podemos creer que la persecución política se acabó?