La fiesta era otra

ANDRÉS PACHANO

Los ciudadanos de la generación anterior a la nuestra con seguridad habrán dicho lo que el título de esta nota lo dice y los jóvenes de hoy, en un próximo mañana, dirán lo mismo.

Cierto es que se mantienen y mejoran continuamente los eventos emblemáticos de nuestra fiesta, nombrémoslos así. La Bendición de las Frutas y el Pan, la Coronación de la Reina en el Mercado (simbólica la llaman), el Desfile, la Ronda Nocturna, son sus íconos insustituibles cada día mejores; la coronación de la reina ha perdido la solemnidad de antaño y la exaltación a la mujer ambateña dicha en el nombre de la Reina de la Fiesta de la Fruta, está escondida en el tumulto de ese evento; ya no existe más el acto lírico, único y sobrio de exaltación a la mujer; hoy someten al pobre poeta que se atreve a gritar sus palabras, a una innoble silbatina de un público ávido de tecnocumbia y regetón. ¡Es la hora del réquiem por los versos a la mujer ambateña!

Si ya no existe el Salpicón Ambateño, tampoco ha pervivido el Festival de Teatro y peor los Juegos Florales de cuento y poesía, tampoco el “Coctel Literario” y los concursos de pasacalles hace años que se olvidaron; se perdió la tradición del cuadrangular de fútbol y a las exposiciones que se organizaban las dejaron que se conviertan en ferias de tonterías, eso fue su tumba.

Hoy se llama al ciudadano a participar de la fiesta, cuando antaño el ciudadano era el que las hacia; esa la diferencia, esa su singularidad, por eso era única; por eso creció. Es que la fiesta cambió para menos, repito lo que he dicho antes, cuando la sacaron del barrio, ahí perdió su personalidad, su esencia.

¿Quién no añora por ejemplo las fogatas organizados por los barrios?, ¿y las visitas, en caravana, de un barrio a otro?; ello era una eclosión de sincera unidad de la ciudad, así era la celebración.

Si… era otra la fiesta, eran otros los tiempos. Yo prefiero las de ayer, añoro los cálidos amaneceres del canelazo al son de las serenatas de barrio a barrio.

Quizá mañana, los jóvenes de hoy para entonces cargados de años, digan que extrañan los tres días del “mega ruido” de hoy.

¡Todo es cuestión de añoranza!