Con información de National Geographic
Cuando el fotógrafo Paul Nicklen y los cineastas del grupo conservacionista Sea Legacy llegaron a las Islas Baffin, en Canadá, se encontraron con un espectáculo desgarrador: un oso polar hambriento en su lecho de muerte.
«Nos quedamos allí llorando, con lágrimas rodando por nuestras mejillas», dijo Nicklen, biólogo convertido en fotógrafo de vida silvestre que ha visto más de 3.000 osos en libertad.
Nicklen explicó que según las leyes de Canadá es ilegal alimentar a los osos polares debido a que prolongan la miseria del animal, que no puede encontrar alimento en su hábitat que se destruye.
Y este oso famélico se encontraba en uno de los lugares más desgarradores que jamás haya visto, dijo Nicklen al explicar porque no actuó para salvar al animal.
