Cansancio y rechazo

Manuel Castro M.


La mayoría del pueblo ecuatoriano quiere un presidente diferente a Correa. Su frivolidad, agresividad y aturdimiento tienen a un gran porcentaje de ecuatorianos cansados. Desde luego lo enunciado es en la parte formal. Decía Ciro que el mando correspondía a quien es superior a los demás, lo que en la realidad no se ha dado, pues ni las urnas ni las mayorías son criterio de verdad, simplemente son en términos deportivos marcadores. Es conocido que en Francia se sometió a diez sabios a que voten si existe o no Dios, y Dios perdió por seis votos a cuatro. Son apenas estadísticas.


Lo de fondo es que se quiere una verdadera democracia: división de poderes, una Asamblea deliberante no obediente no sumisa, un poder judicial independiente, un sistema de partidos políticos serio, donde el pueblo sea el mandante. Y sobre todo el fin de la corrupción, mediante jueces, fiscales, contralores, superintendentes que sean dueños de su actos, sabios, responsables y enérgicos. El fin del partido único y de los gobernantes vitalicios, causantes de fracasos locales y mundiales. Nada de Castros, Maduros, Chávez, Hitler, Pinochet, Mussolini, Idi Amin, Stalin o Lenin, que de idealistas pasaron a empobrecer a sus naciones y que mediante purgas sangrientas acabaron con sus adversarios.


Lo que no quita que seamos cada hombre diferente a otro. Plutarco dice que “encuentra menor diferencia entre dos animales que entre dos hombres”. Por suerte. Pero en la denominada revolución ciudadana, y ese es su fracaso, se ha querido un partido único, un mandatario (que no es otra que el primer servidor del país) dueño de la verdad. Un grupo que manda y otro que, de no coincidir en sus palabras y acciones, entonces se lo considera integrado por enemigos.


Hoy toca a la nueva Asamblea ser digna y poner las cosas en su sitio, ser un apoyo para la democracia y a ayudar al cambio del modelo económico que ha sido un fracaso. Y a todos a considerar que la masa no es baja, servil y voluble, sino rebelde, dispuesta a la resistencia, inteligente y lista a “calentar las calles”, si no hay una respuesta eficiente, justiciera, honesta y sencilla a sus justas aspiraciones.


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