Mujeres emprendedoras enfrentan mayor riesgo financiero que los hombres

Mujeres emprendedoras enfrentan mayor riesgo financiero que los hombres
APOYO. Las mujeres emprendedoras, especialmente en las zonas rurales, asumen un mayor riesgo económico que los hombres.

Las mujeres emprendedoras, sobre todo en áreas rurales, asumen riesgos económicos mayores que los hombres. Invierten en promedio $73,456 en proyectos, con casi el 70% proveniente de ahorros personales, familiares o amigos, y solo un 16% de entidades financieras. En comparación, los hombres obtienen un 21% de financiamiento de bancos.

La vicepresidenta segunda del Gobierno valenciano y consellera de Servicios Sociales, Igualdad y Vivienda, Susana Camarero, ha afirmado que ese escaso acceso a los canales de financiación evidencia que en ese mundo perviven algunos sesgos machistas o ´micromachismos´, que se hacen más evidentes en el mundo rural, cuando mujer que va a pedir un crédito para abrir una granja o algo relacionado con el mundo agrario.

En su opinión, es fundamental el ascenso de mujeres a puestos de decisión para acabar con esos sesgos, ya que “si las mujeres no estamos en determinados lugares tampoco podemos decidir sobre subvenciones o créditos, pero, si estamos, intentamos tirar de otras mujeres y se nota”.

La gerente de Comunicación, Asuntos Públicos y Sostenibilidad de Coca-Cola, Igone Bartomeu, ha explicado en este sentido que las redes de mujeres emprendedoras son uno de los recursos que pueden facilitar el emprendimiento femenino en zonas rurales, y por ello Coca-Cola intenta potenciarlas desde su programa Gira Mujeres, que puso en marcha hace ya siete años.

Mujeres emprendedoras enfrentan mayor riesgo financiero que los hombres
GRUPO. Conversatorio sobre los emprendimientos de las mujeres.

“El programa ha ido evolucionando: antes nos encontrábamos sobre todo a mujeres que querían emprender y no sabían cómo y ahora a mujeres que demandan una comunidad o una red”, asegura Bartomeu, que apuesta por “dar las herramientas necesarias, de todos los tipos, para que las ideas de negocio sean viables”.

Por su parte, Marina Estrada, profesora de la Universidad Miguel Hernández de Elche, ha dicho que “tener menos formación y menos nivel de renta hace que el acceso a financiación sea más difícil para estas mujeres”.

Las mujeres suelen obtener financiación ´informal´, es decir, de familiares o amigos, más que de entidades financieras, pero, sobre todo, invierten su propio capital. explica Estrada.

Según los cálculos del informe, como media, la emprendedora rural invierte 73,456 dólares en sus proyectos, que “suelen ser iniciativas que requieren mayor inversión que las que se hacen en el ámbito urbano”, según Estrada.

Riesgo excesivo

“Para cualquier emprendimiento te aconsejan que no utilices todos tus ahorros porque, si no, te puedes quedar en el despegue, y ese es un riesgo que tienen estas emprendedoras”.

Camarero ha indicado además que, mientras que el emprendimiento femenino en las ciudades suele estar protagonizado por mujeres más formadas y jóvenes, en las zonas rurales emprenden las mujeres más mayores, dedicadas a la agricultura o la ganadería, “que ven la tecnología mucho más lejos”, y que ejercen ese emprendimiento “en empresas familiares, arriesgando más el propio patrimonio, con menos ayudas y menos apoyos”.

En su opinión, hay que centrar esfuerzos en “darles seguridad y empoderar a estas mujeres” para evitar el “síndrome de la impostora”. “Habitualmente, cuando una mujer asciende se pregunta si se lo merece o si será capaz de afrontar el reto, lo que implica además que sean más cautas en el emprendimiento porque se la juegan con sus propios recursos”.

Apuesta por potenciar la conciliación y la corresponsabilidad, algo especialmente complicado en el mundo rural porque hay menos servicios que ayuden a esa conciliación, por lo que es imprescindible la implicación de las administraciones y la colaboración público-privada: “si no tenemos guarderías, teletrabajo u horarios flexibles, es difícil de lograr” esa conciliación.

Lo fundamental, asegura la consellera, es “ayudarlas a que no fracasen porque, si lo hacen, es muy probable que no lo quieran volver a intentar”, ya que “se han jugado no solo el dinero, que es mucho, sino su propia seguridad interna”.

Según Estrada, los datos de emprendimiento indican que “es muy frecuente equivocarse a la primera, a la segunda, a la tercera y a lo mejor a la cuarta ya das con el desarrollo de la empresa más adecuado”. Por eso, concluye, es muy importante “que el fracaso no te impida volverlo a intentar”. EFE.