El villancico o canción de Navidad

El villancico o canción de Navidad
AUTOR. Salvador Bustamante Celi.

Julio Bueno

Villancico es la canción de la villa y en sus orígenes sirvió para registrar la vida cotidiana de los pueblos. Se remonta al s. XIII, fue muy difundida en España en los siglos XV – XVI y en Latinoamérica desde el s. XVII.

Cuando la familia entona villancicos, como parte de la tradicional Novena o como una forma alegre de celebrar el advenimiento del Niño Dios, recurre a una costumbre que se remonta al s. XIII o quizás antes.

Algunas de las melodías europeas de los villancicos formaron parte de los misterios y representaciones teatrales medievales del Ciclo de Navidad. Al prohibirse éstas en los templos, quedaron como cantos sueltos que se ejecutaban con motivo de la Navidad. Pronto los villancicos se trasladarían del pueblo a la corte, convirtiéndose en los siglos XV y XVI —junto con el romance—, en las composiciones poético-musicales profanas más interpretadas.

El Villancico, que en sus inicios fue una forma poética española, significa “canción de la villa” o “canción campesina” ya que, al parecer, fue un canto rústico de villanos o aldeanos en sus fiestas; su estructura musical fue más bien sencilla y utilizada, a manera de cronismo musical, para registrar los principales hechos de una comarca.

En España el género «culto», «cortesano», fue conformado por creaciones de grandes maestros sobre la base de obras anónimas largamente conocidas en el pueblo y se difundió en los siglos XV – XVI como un equivalente a la «chanson» francesa y aún más a la «villanella» italiana.

Sin embargo, esto no impidió que, más tarde, el villancico no solo se consolide como género, sino que se convierta en el arquetipo de la “canción de Navidad”, hasta llegar a nuestros días como un complejo y vasto repertorio de canciones (de diferente origen) que se entonan, casi universalmente, en la época navideña.

La música de los villancicos aparece -en la historia occidental- hacia la época medieval, aproximadamente en el s. XIII y en sus orígenes estuvo conformado por un refrán que se repite como en las obras en forma de «rondó».

Surge como una monodia (línea melódica sola) con Alfonso X, convirtiéndose en los siglos XV y XVI en una composición de estilo madrigalesco (a dos, tres y hasta cinco voces), llegando por último a ser una especie de cantata para solos, coro y acompañamiento instrumental. En la Europa de los siglos XVI y XVII se registra una extraordinaria vigencia de este género.

Desde fines del s.XIX el nombre ha quedado exclusivamente para denominar a los cantos populares -religiosos o profanos- que aluden al misterio de la Navidad y que se cantan con el acompañamiento de instrumentos musicales populares. A partir de esta época, el villancico sufre grandes cambios pues su temática se va concentrando hacia la referencia de los elementos que intervienen en la fiesta de Navidad (el Niño, la Virgen María y San José; los Reyes Magos y los pastores, los priostes y padrinos, la mula y el buey, la estrella, el portal, el pesebre o la cuna, etc.) y su estructura musical se estabiliza en: polifónica u homofónica, en el caso de los villancicos académicos catedralicios; y, monodia acompañada, en el caso de los villancicos populares.

El villancico en Ecuador

Es un género musical de los mestizos e indígenas del Ecuador. Nace de dos vertientes que se conjugan y generan:

  • Los villancicos religiosos, académicos, compuestos por los religiosos y maestros de capilla de monasterios y conventos (inicialmente españoles; luego: criollos, mestizos e indígenas); y,
  • Los villancicos populares realizados por compositores de música popular (profesionales, aficionados, inclusive anónimos)

Los villancicos en las iglesias

En la época colonial era obligación de los maestros de capilla componer nuevos villancicos cada año para ser estrenados en las celebraciones de Navidad. Tal requisito debió cumplir el músico nativo Diego de Lobato (ca. 1538 -ca. 1610), hijo de una de las esposas del Inca Atahualpa, que fue nombrado maestro de capilla de la Catedral de Quito en 1574. Este fue sucedido por Gutierre Fernández Hidalgo (vivió en Quito entre 1588-1590) y por Manuel Blasco (sirvió desde 1682 hasta 1696); los dos últimos trabajaron en Bogotá, en donde dejaron gran cantidad de sus composiciones.

El quiteño Fray Manuel de Almeyda (ca. 1646) ingresó al noviciado franciscano el 28 de marzo de 1664, fue doctor graduado en la Real Universidad de Santo Tomás. La tradición le atribuye la autoría (texto y música) del famoso villancico: Dulce Jesús mío, siendo Fray Fernando de Jesús Larrea quien propició su difusión.

Los compositores y organistas cuencanos Hermenegildo Rodríguez Parra, (s. XVIII-s.XIX) organista de la Iglesia del Carmen de la Concepción; su hijo, José Nicolás Rodríguez Parra, (Cuenca 1822-1860) maestro de capilla en la Iglesia de Las Carmelitas de Cuenca; y, José María Rodríguez, nieto (1847 – 1940), organista en la Catedral, son autores de algunos de los tradicionales «tonos del Niño»

La costumbre de estrenar villancicos se mantuvo hasta el s. XX. Es el caso del compositor lojano Salvador Bustamante Celi (1876-1935), quien fuera organista de la Catedral de los Virreyes en Lima (por 1906), más tarde (1910) de la Iglesia de San Francisco de Guayaquil, posteriormente de la Catedral de Loja y autor de varios villancicos muy populares.

Gran labor realizaron sacerdotes españoles afincados en nuestra capital. Fray Agustín de Azkúnaga (Vizcaya,1885; Quito, 1957) autor del Himno a Quito, compuso algunos villancicos entre muchas piezas de música popular ecuatoriana. Es su compatriota, el padre Jaime Mola (1918-1991) que vivió muchos años entre nosotros, autor del ensayo musicológico: “Raíces y desarrollo del Villancico” y compositor de muchos de ellos. Fue colaborador de éste el padre Jorge Baylach (radicado en el Ecuador desde 1946) quien recogió varios cantos sacros ecuatorianos y los publicó en los libros “Ecuador canta al Señor” (dos ediciones: Quito 1983, 1986) y “Ritmos del pueblo de Dios” (16 ediciones), y compuso varios villancicos.

El villancico popular

En 1892 aparece publicado en Quito «Cantares del Pueblo Ecuatoriano», de Juan León Mera, que incluye una sección específica de «cantos de Navidad» algunos en quichua, otros en español y varios de ellos bilingües.

El villancico recibe el “sabor local”, se muestra con fisonomía regional («ethos» singular), por lo que tiene diferentes denominaciones en nuestro país: en épocas anteriores: Villancico, Viláas, Villancejo, Villancete, en la actualidad: aguinaldo, tono de Niño (Cuenca, Loja), Chigualo (litoral ecuatoriano).

El Chigualo es un género musical intercultural asentado en las provincias de Manabí y Esmeraldas. En Manabí su significado abarca a la Navidad, al nacimiento y al villancico, pero también comprende características de juegos de salón, bailes y coplas (la pájara pinta, el florón, el sombrerito, la cajita de amor, etc.). En Esmeraldas, es sinónimo de villancico y especialmente de «velorio de angelito» y son coplas que se cantan a coro con acompañamiento de bombo, cununos, guasás y maracas; en la cultura afro-esmeraldeña existen también los «arrullos» que son cantados en la novena del Niño Dios (arrullo del Niño Dios)

El villancico o canción de Navidad
El villancico o canción de Navidad

El villancico o «tono de Niño» es un repertorio (reunión de varios géneros) de canciones o danzas que bailan los ‘pastorcitos’ y los ‘negritos’ (con los tamborcitos, ruidos de pitos, chirimías y cencerros) al son de las bandas de música, durante las procesiones por las calles de la ciudad, delante del simulacro del divino infante (lo que llaman ‘Pases’ del Niño). En nuestro país se ha utilizado el villancico incluso como canción de cuna, siendo frecuentes los temas “flores”, Niño, Manuelito, cuna,. etc.

El repertorio de villancicos comprende los géneros musicales mestizos e indígenas: sanjuanitos, albazos, fox incaicos, pasillos, etc.

En 1987 el compositor cuencano Rafael Carpio Abad publica el «Florilegio del Villancico tradicional cuencano», una antología en donde se incluyen algunos villancicos de su autoría y otros tradicionales en géneros de sanjuanito, albazo, etc.

Entre los principales creadores de villancicos se cuentan: Hermenegildo Rodríguez Parra (s. XVIII-s. XIX), José Nicolás Rodríguez Parra (1822-1860), José Banegas (1778-s. XIX), Rafael Carpio Abad (1905), cuencanos; Salvador Bustamante Celi (1876-1935), Segundo Cueva Celi (1901-1969), lojanos; Agustín de Azkúnaga (1885-1957), español; Inés Jijón Rojas (1909), quiteña; Cornelio Cevallos (1912), tulcaneño; y, tantos otros que, anónimamente, produjeran infinidad de villancicos ecuatorianos.