<small><tt>Loja cuenta sus leyendas </tt></small><hr>El cura sin cabeza

Tan pronto en la iglesia mayor sonaban las doce campanadas que marcaban el filo de la media noche, se escuchaba el ruido producido por los cascos de un caballo.

Un misterioso personaje impone temor en los habitantes de Loja. Una historia de amor es el tónico de esta leyenda.

En medio de la calma en que vivía la ciudad de Loja, comenzó a suscitarse un hecho interesante.


Tan pronto en la iglesia mayor sonaban las doce campanadas que marcaban el filo de la media noche, se escuchaba el ruido producido por los cascos de un caballo que salía a todo galope y se perdía por las calles periféricas de la ciudad.


Pese a la rapidez con la que cabalgaba el jinete, pero como la escena se repetía diariamente, los curiosos aseguraban que no tenía cabeza.


Un día la sociedad lojana concurrió a una fiesta en donde los convidados comieron, bebieron y bailaron hasta momentos antes de la media noche, hora en la cual todos procuraron retornar apresuradamente a sus hogares precisamente por temor a un fatídico encuentro con el misterioso personaje. Pero un pequeño grupo de jóvenes que habían bebido más de la cuenta quisieron desafiar al temido fantasma. Sonaron las doce campanadas de la medianoche y salieron llenos de euforia para darle la cara al fantasma, pero cuando llegaron a la esquina sólo vieron al extraño jinete marcharse a todo galope. No se dieron por vencidos y fueron a proveerse de lo necesario para esperar su retorno, pues se comentaba que solía hacerlo cuando comenzaban a disiparse las sombras de la noche.


Los jóvenes fueron a apostarse a los dos costados de la calle y clavaron fuertes estacas entre las cuales templaron una cuerda para cuando llegara el caballo , derriben a su jinete. Y así sucedió, sobre él se abalanzaron y lo sostuvieron fuertemente y le prometieron dejarlo marchar solamente después de que le hubiera contado las razones de su extraña actitud.


Él aceptó y les dijo que desde niño se enamoró de su prima María Rosa, y al cumplir su mayorría de edad quisieron casarse, pero sus padres se opusieron, y a ella como castigo la mandaron a un convento de Loja. Al despedirse de su amado, ella le prometió que lo esperaría hasta que fuera a rescatarla; él por su parte, juró que así lo haría.


Poco tiempo después se presentó en el Convento de Santo Domingo de la ciudad de Loja solicitando se lo admita como un huésped y después como un aspirante a la Orden. El Superior del Convento lo acogió y comenzó a confiarle pequeñas tareas que lo ayudarían a sentirse cómodo dentro de su nuevo lugar de residencia.


Llegó a ser ayudante en la sacristía, y para su sorpresa su amada estaba ahí. Una noche ella le citó en la parte posterior del convento, y ahí planearon su fuga para el día siguiente después de la misa pero a diario hubo algo que hacía que su plan fracase.


“Te vamos a dar la última oportunidad de convertirte en el cura sin cabeza para que puedas fugarte mañana con tu amada, de lo contrario irás a parar en la cárcel con caballo y todo” le dijo uno de los jóvenes.


Nunca se supo cómo y cuándo lograron, pero después de algún tiempo se recibió en el correo central una extraña postal que decía:


“A los buenos amigos que me ayudaron a escapar y a conseguir mi felicidad”

f. El Cura sin Cabeza (MLY)