Cotacachi tiene sus propias costumbres para conmemorar a los difuntos

Cementerios. La visita a los difuntos está acompañada de tradiciones diversas en Cotacachi.
Cementerios. La visita a los difuntos está acompañada de tradiciones diversas en Cotacachi.
Costumbres. Después de la congoja que contagia el cementerio, lo más emocionante es sin duda el almuerzo. (Foto: TripAdvisor)
Costumbres. Después de la congoja que contagia el cementerio, lo más emocionante es sin duda el almuerzo. (Foto: TripAdvisor)
Trompos. Este juego se retoma en Cotacachi en estas fechas.
Trompos. Este juego se retoma en Cotacachi en estas fechas.
Gastronomía. La colada morada es el postre frío o caliente de celebración de la vida
Gastronomía. La colada morada es el postre frío o caliente de celebración de la vida
Tradiciones. Las comunidades indígenas tienen ciertas costumbres que se manifiestan al visitar a sus difuntos.
Tradiciones. Las comunidades indígenas tienen ciertas costumbres que se manifiestan al visitar a sus difuntos.

Entre gastronomía tradicional y hasta juego de trompos, el cantón mantiene vivas sus propias tradiciones.

Por: Ramiro Ruiz R.

La celebración puede comenzar el 31 de octubre con el amasijo. Participan viejos, mujeres, niños, parientes y vecinos. Los niños arman la escoba de chilca para barrer el horno. Las mujeres labran el pan. Cuando el horno está con la temperatura a punto, colocan en latas los buñuelos, después el pan de maíz, los mestizos, las enormes botadas del tamaño de los panes que comieron los apóstoles en la última cena. Disponen canastos con manteles limpios donde penen los panes calientes. Por fin doran las figuras que les pertenece a los niños: tórtolas, caballos, borregos, burros, muñecas con collares, ojos y boca pintados con anilina de colores.

Cuando terminan el amasijo reparten los panes en platos que los tapan con servilletas bordadas. El primer plato le envía al familiar más cercano, los otros a los vecinos y amigos. De manera que en las calles se cruzan los niños entregando el pan en las casas. A ellos les encanta hacer este mandado porque reciben una moneda.

El primero de noviembre recogen flores de los jardines de las casas. Las mujeres cortan las hojas secas, los tallos largos y elaboran coronas y ofrendas hermosas y alegres. Los niños pintan las hojas de hortensia con purpurina dorada o plata.

La visita

El 2 de noviembre las familias vestidas de trajes oscuros visitan las tumbas de parientes y amigos. Los curas rezan responsos en las tumbas de los indios y reciben frutas, pan de trigo, huevos, dinero. Mientras en las tumbas de los blancos, depositan las ofrendas y tarjetas de filo negro. La visita se alarga hasta la tarde. Después de almuerzo la gente sale a las calles a mirar el juego del trompo.

Gastronomía de la fiesta de difuntos

La colada morada reemplazó al champús. Así es la vida moderna. Se lo hacía con harina de maíz crudo. En una olla enorme fermentan la harina con agua tibia, cada día durante cuatro días sucesivos. Le revuelven seis días más. Después le sacan para cernir y cocinar con canela, ishpingo, pimienta dulce, clavo de olor.

La hierva luisa, las hojas de naranja, el cedrón, arrayán, esperaban en el fondo del recipiente. La colada cocinada y le baten para que se haga liviana hasta que se enfríe. Después le dejan en reposo en un lugar apacible de la casa.

Mientras tanto hay que hacer la miel de panela con cáscara de piña, clavo de olor y canela. La piña le pican y le hacen hervir. Esperan que se enfríe. Para servir mezclan la colada, la miel y la piña. Está listo el champús para que los hijos y nietos vayan por casa de los abuelos, después de visitar el cementerio, a saborear el manjar, que es otro postre exquisito y frío, difícil de olvidar.

Colada morada

La colada morada es el postre frío o caliente de celebración de la vida. Se mezclan el sabor y el olor en proporciones exactas. Las moras, fruto de un largo, tiempo brotan de los tallos de espina y las hojas únicas en su color gris verdoso. Los mortiños, diminutos frutos redondos y negros, sólo florecen y maduran en las alturas de los páramos. Naranjillas coquetas muestran sin pudor su color amarillo y su redondez del mundo. La piña hace estremecer la boca con sus besos ásperos. Las frutillas delicadas que necesitan adoración y por eso las personas se arrodillan a recogerlas.

Las hojas de naranja penetran con su perfume y hace estremecer hasta a los insensibles. La hierba luisa larga y flaca ayuda a encontrar con su magia la tranquilidad. El cedrón silvestre, hace recordar las tardes perezosas de lluvia cuando la abuela asaba las tortillas de maíz en el tiesto sobre el fogón de leña. El arrayán colorado, escondido en las hojas diminutas y dispuestas que le muerdan en cualquier momento. La canela, esa cascarita de más de 500 años que hizo enloquecer a los españoles barbudos. El ishpingo (flor de la canela), de sabores suaves y evaporantes. Los clavos de especie, para sentirlos cruzar por el paladar fino hasta la ternura.

Este prodigio de la naturaleza hay que cocinarlo a fuego lento en la cocina de leña en una olla. Y cuando esté lista se sirve con cuatro onzas de esencia de amor de una hermosa guagua de pan.

El plato de los fritos

Después de la congoja que contagia el cementerio, lo más emocionante es sin duda el almuerzo. Un plato de colada de haba, acompañado de un platillo de churos con sal y limón. Otras familias acostumbran a servir ají de papas en lugar de la mazamorra.

Luego el famoso fuerte de los fritos: panes partidos en la mitad rebosantes y calientes, maqueños, huevos, carne frita de res y puerco, papas, mote frito. Y de postre, una taza de colada morada o champús con una guagua y pan de casa.

La colada morada simboliza la sangre que da vida. El color morado, casi negro, representa a la tierra, una diosa; las guaguas son la vida misma y la continuidad.

El plato de los fritos fue un banquete para celebrar el milagro del Gran Candelabro. Los hebreos tardaron largos años en la reconstrucción del templo. Cuando estuvo listo, abrieron las puertas para bendecirlo. Pero encontraron, junto al Gran Candelabro, una pequeña tinaja de aceite sagrado y puro con el sello del Sumo Sacerdote intacto. Alcanzaba sólo para un día. Y ellos sabían que la preparación especial de aceite tardaría más de una semana.

Con alegría y gratitud, los Macabeos encendieron las lámparas del Gran Candelabro. Milagrosamente y confirmando el poder de la fe, el aceite no se consumió y las lámparas brillaron por ocho días completos.

Al año siguiente los sabios proclamaron oficialmente la festividad de Jánuca por ocho días consecutivos como recuerdo de la persecución religiosa. Los días fueron alegres y estaba prohibido ayunar. Y es costumbre comer comidas fritas.

Es posible que esta costumbre la hayan traído a Cotacachi los judíos. La carne de res y de puerco. Carnes tentadoras, prohibidas en el Nuevo Testamento, se les fríe y sirve tendidas y dobladas en dos sobre el plato ansioso. Los huevos fritos, a punto de reventar sus yemas como un sol en mitad de la blancura de su clara. Plátanos maqueños en rebanadas largas, hasta que se doren y semejen el color del oro. Panes partidos en la mitad, para compartir y amar, sencillos, generosos, inspiración de pintores, escritores, músicos, alimento del espíritu y del cuerpo de todas las personas del planeta. Este es el milagro del plato de los fritos que será agotado plenamente con un postre dulce y penetrante: la colada morada o el champús.

El desafío del trompo

Generalmente se agrupan los barrios. Cada uno forma un equipo de jugadores, seleccionados por su habilidad. Tienen un líder que se encarga de promover los desafíos.

Esta modalidad de desafío sólo se juega en Cotacachi y Tabacundo. Cada equipo nombra los respectivos jueces: el Juez de Palo, señala con una raya el lugar hasta donde avanza la bola de cabe; el Juez de Copa, durante el recorrido se encarga de servir la copa de aguardiente al jugador que va a dar el cabe y a todos los jugadores; el Juez de Lista, elabora las listas de los jugadores, estableciendo un orden que alternen los jugadores en ambos equipos. Jueces y jugadores tienen la obligación de cumplir con el reglamento.

Tradicionalmente los trompos lo hacían artesanos especialistas en un torno rudimentario, que el maestro Cinforiano Acosta, a finales del siglo XIX, construyó con un modelo alemán y entregó sus conocimientos a su hijo Alfonso.

Los implementos son el trompo, cordel, bola y cuyumba. El trompo de madera con un clavo en la punta es confeccionado de cerote, que tiene la particularidad de no romperse. El cordel de pabilo sirve para envolver el trompo en tal forma que, al lanzarle al aire, se desenvuelve el cordel y baila en el suelo. La bola de cabe, de madera, un poco achatada en los lados, de seis centímetros de alto, se pone al filo de una piedra plana o cuyumba.

El cabe es el golpe que dan a la bola con el trompo. Cuando el trompo comienza a bailar en el suelo, el jugador se agacha, tiende la mano en el suelo y abre el índice y el pulgar y entra a la mitad de la mano. Entonces se acerca a la cuyumba, extiende el brazo y con toda la fuerza pega a la bola que sale disparada. En ese momento el Juez de Palo corre y señala el punto donde ha llegado.

Cuentan que antiguamente, los grandes desafíos se hacían entre jugadores de las parroquias El Sagrario y San Francisco. La gente salía a presenciar. Durante el recorrido de varios kilómetros acompañaba la Banda de Músicos costeada por los jugadores. Una de las más recordadas madrinas Doña Angelita Grijalva de Saltos, mujer respetada, querida, colaboradora que contagiaba alegría y buen humor.

A los jugadores les atendían las madrinas y los espectadores, con chicha preparada para la fiesta y el nombrado aguardiente. Los jugadores y espectadores entusiasmados apostaban cantidades considerables de dinero.

Cada año se han organizado desafíos especiales. Participaron personas destacadas, madrinas y músicos. Por el año de 1960 hubo el desafío “La vuelta al mundo”, organizada por el Dr. Jorge Proaño Almeida, Rubén Moreno, Rolando Granja y Luis Alejandro Guzmán. El recorrido fue el perímetro urbano de Cotacachi.

En la actualidad juegan los fines de semana, durante todo el año. Pero el campeonato oficial comienza en el mes de octubre. El 2 de noviembre es el desafío espectacular entre el equipo de los mejore jugadores de Cotacachi y Tabacundo. Al anochecer, los jugadores de los desafíos de todos los barrios caminan cargando los trompos envueltos en cordel, abrazados, comentando las picardías, las mañas, mientras se brindan los últimos tragos.