Fraude Electoral ¿engaño a la fe pública?

Autor: Pepe Camino Carrera| RS 55

Tema muy polémico; solo mencionarlo ya atrae suspicacias y encendidos debates. Desde su concepto inicia múltiples posibilidades de interpretación, claro está, desde la conveniencia o inconveniencia del interés que despierta en personas o agrupaciones donde se juegan muchos acuerdos.


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Se lo podría conceptualizar como un acto ilegal en que una persona, personas, agrupaciones, en base a intereses o motivaciones partidistas y políticas, lo lleva a cabo tratando de ocultarlo de la mirada e interés público. Los actos deliberados al cometer las irregularidades en comicios, por ejemplo, tienen un carácter fraudulento porque pueden influir en los resultados de una elección. La historia devela casos emblemáticos a nivel mundial. El Ecuador no se ha quedado atrás.

EL FRAUDE ATENTA CONTRA LA FE PÚBLICA

“Como todo fraude, el electoral, consiste en una o más maniobras engañosas o maquinaciones, para lograr en este caso, cambiar el resultado que hubieran tenido los comicios sin esas intervenciones ilícitas. Es un delito con fines políticos y en contra de la democracia, pues atenta contra la real voluntad de la mayoría popular (De.Conceptos.com)”.

Fraudes hay de todo tipo y en todos los ámbitos de la vida. Pero el fraude electoral es el que más ha llamado la atención de estudiosos, académicos, expertos. Centros académicos de alto nivel, principalmente norteamericanos y europeos, se han interesado en estudiarlo desde sus orígenes, causas, efectos y conclusiones.

Pero ¿por qué el fraude electoral es el que más llama la atención? Simplemente porque cambia voluntades, afecta democracias; crea inestabilidad y desazón en grandes conglomerados.

¿Fraude es lo mismo que engaño? Son palabras similares que invitan a la discusión; pero el fin es el mismo. Dentro de los límites conceptuales engaño sería el acto de burlarse de otro; quien engaña hace algo mentiroso pero que lo hace aparecer como cierto.

“Fraude es la acción contraria a la verdad y a la rectitud, que perjudica a la persona contra quien se comete” “Acto tendiente a eludir una disposición legal en perjuicio del Estado o de terceros” Real Academia de la Lengua Española. RAE.

EL FRAUDE SIEMPRE HA EXISTIDO

La historia moderna de mundo está plagada de acusaciones de fraude electoral. Países de los cinco continentes tuvieron innumerables casos donde se torció la voluntad popular recurriendo a varias instancias y pretextos fútiles, muchos de ellos amparados en las propias leyes y Constituciones. Casos como en el Perú donde un candidato fue descalificado pues el presidente del ente supremo electoral era enemigo del vencedor en los comicios (1931).

¿Por qué hacer fraude? Muchas razones “lo explicarían”. La más común: inconformidad por resultados; candidatos que se consideraban ganadores, desde antes de las elecciones, resultan a la final perdedores. Gritos de fraude resuenan, con o sin razón. No tienen razón porque al final los engañaron las encuestas o, la inversión realizada debía ser “pagada” una vez en el poder, y al perder se ve en la disyuntiva de cómo retribuir o recuperar lo gastado. Esto ha sucedido en varias ocasiones provocando protestas y reclamos que dejan mal parado al sistema electoral.

También se dan hechos para la manipulación electoral cuando grupos políticos enraizados en el poder pierden el favor popular; el temor a perder las canonjías y prebendas, el miedo a que el proyecto político se caiga los obliga a ejercer presión sobre los entes responsables y cambiar radicalmente los resultados. Los últimos acontecimientos en algunos países latinoamericanos lo confirman. “El fraude electoral no es un mito, sino una realidad”, dice el ex presidente del Tribunal Supremo Electoral del Ecuador, Dr. Medardo Oleas.

EL FRAUDE ATENTA CONTRA LA ESTABILIDAD DEMOCRÁTICA

Pero quizá el aspecto más negativo del fraude electoral radica en la pérdida de credibilidad en las instituciones rectoras del sufragio. En los partidos políticos y en los propios políticos que ven mermadas sus aspiraciones mediatas e inmediatas. En las mismas leyes que rigen los procesos pues muchas de ellas parecen fueron hechas a medida de proyectos y aspirantes a cargos de elección popular.

Otra gran perdedora es la democracia ya que procesos electorales fallidos pueden conducir, y de hecho conducen, también a reducir la credibilidad en el sistema. Multiplican llamados “desesperados” a romper el orden constituido alegando sentirse perjudicados. Nadie queda conforme, siempre queda la duda de un triunfo conseguido más allá de lo establecido legalmente. Solo los ganadores, legal o ilegalmente, sienten el sabor de la victoria, sin importar como la consiguieron.

Pero quien más pierde es la sociedad que confió en instituciones y personas. Toda una lucha por conseguir o retomar credibilidad en la sociedad merma sus posibilidades con actos fraudulentos. Nuevas tecnologías y procedimientos técnicos contribuyen, en ciertos casos, a falsear la verdad; a torcer una realidad que el votante creyó efectuarla de buena fe, consciente de que su voto contribuiría a fortalecer la democracia. Existe un ejemplo de ello cuando en Venezuela, julio de 2017, se utilizaron, en una elección, máquinas electrónicas para depositar el voto. Los encargados torcieron los resultados manipulando las máquinas, hecho que fue reconocido por los propios proveedores, e incluso por la propia Fiscal de ese país, lo que posteriormente le valió el exilio.

VARIOS EJEMPLOS

Varios casos emblemáticos de fraude electoral se han producido en el mundo. Citaremos algunos. En la misma Venezuela, el dictador Marcos Pérez Jiménez pretendió ser reelecto como presidente constitucional, pero mediante referéndum; manipuló en el legislativo, ganó pero la inconformidad de los militares lo llevó a su salida del poder (enero de 1958). Julio de 1988, México, el candidato de izquierda Cuauhtémoc Cárdenas, en el proceso de escrutinio se encontraba adelante pero un repentino, y conveniente apagón del sistema, llevó a la delantera a su oponente y posterior ganador, Carlos Salinas de Gortari (esto del apagón informático tomaría relevancia años más tarde con fuerza en el Ecuador).

Casos relevantes de fraude electoral, por diversos motivos, se han producido también en Perú, dos ocasiones, y en Argentina, el famoso “fraude patriótico” 1937.

En la llamada democracia perfecta, Estados Unidos de América, se dieron dos casos que llamaron mundialmente la atención. 2017, la cerrada disputa por la presidencia entre George Bush, hijo y Al Gore, culminó con la decisión del máximo tribunal de justicia de ese país que declaró ganador a Bush, luego de enconados reclamos sobre la legalidad de los votos en La Florida.

En 2021, la democracia norteamericana se vio nuevamente afectada por la actitud del presidente Trump, que amenazó con desconocer los resultados que le eran claramente adversos y que finalmente llevaron al asalto al Congreso de ese país

Nuestro país no se ha “quedado a la zaga” de estos hechos. En cada proceso electoral no han faltado los reclamos y acusaciones de fraude.

La historia recordará a un gobernador de una provincia sureña que, mediante telegrama, ofrecía enviar más votos a Quito con tal de que triunfe la tendencia. “
Cuántos votos necesitan para enviarlos inmediatamente” rezaba el mensaje. O más recientemente, 2017 y 2023, cuando un conveniente apagón informático trastocó resultados dando el triunfo a quienes no lo merecían.

LA ÉTICA VS. EL FRAUDE

El fraude electoral se pensó quedaría en el olvido con la utilización de nuevas tecnologías.

Los hechos, como el relatado en Venezuela. Los casos de Ecuador y USA demuestran lo contrario. La democracia, los procesos electorales se consolidarán con una buena educación donde prime la ética, la moral; donde los valores sean lo primigenio en cada individuo. Donde los políticos y partidos políticos hagan conciencia de que una buena democracia parte de elecciones limpias.

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