Agosto el mes de las libertades

Aprovechando la delicada situación por la que atravesaba Europa, a inicio del siglo XIX, en la que España, la primera potencia mundial hasta ese entonces, se hallaba luego de que Napoleón Bonaparte, quien se había autoproclamado Emperador de Francia, en 1.804, había logrado engañar a Carlos IV, rey de España y obligarlo a abdicar a favor de su hijo Fernando, para luego, firmar con Manuel Godoy, Primer Ministro del reino, el tratado de Fontainebleau, mediante el cual el ejército español quedaba bajo las órdenes del corso para invadir Portugal.

Sin embargo, las verdaderas intenciones del emperador eran otras, conquistar España y Portugal simultáneamente y situar a su hermano José Bonaparte a la cabeza de ambos reinos. Pero el acuerdo desató en territorio español un profundo desacuerdo.

El dos de mayo las autoridades francesas decretaron la salida de los últimos miembros de la familia real, entre ellos los infantes María Luisa y Francisco de Paula. Al percatarse de ello, el cerrajero Blas Molina gritó al pueblo: «¡Traición! ¡Nos han quitado a nuestro rey y quieren llevarse a todos los miembros de la familia real! ¡Muerte a los franceses!».

En España empiezan a formarse Juntas de Gobierno, que jurando lealtad a Fernando VII, tomarían las riendas de la administración de sus tierras, mientras dure el cautiverio del monarca. El ejemplo de España se regó a sus colonias y en América circularon las primeras ideas de libertad.

GOLPE DE ESTADO DE 10 DE AGOSTO DE 1.809

¿Qué sucede realmente en Quito, doctor?

Con el marqués de Selva Alegre hemos llegado a la conclusión de que éste es el momento propicio. Ganaremos la partida con una Junta de Notables en nombre del rey. – Notables? – Sí. El marqués de Selva Alegre, Juan de Dios Morales, el capitán Salinas, el doctor Quiroga y el presbítero José Riofrío, un cura de misa y olla dispuesto tanto a consagrar el vino como a agarrar un fusil”.

Quién así se expresaba es el Dr. Antonio Ante, ante una pregunta de su amigo, Miguel Sánchez Orellana. Luego, éste último replicaría: “En Quito lo respetan por su rectitud y lealtad, doctor. Quisiera estar allá cuando tumben a los gachupines. Entonces, te espero en Quito la próxima semana. – ¿Dónde lo encontraré, doctor? – Junto a la iglesia del Sagrario, en casa de Manuela Cañizares.

Y así fue: la noche del 9 de agosto de 1.809, un grupo de patriotas se reunieron en la casa de dicha dama. Desde allí, en horas de la madrugada, el Dr. Ante, caminó los pocos metros que lo separaban de la casa de gobierno, para entregarle a Manuel María José Joaquín Benito Pascual Clemente Fermín Ruiz Urriés de Castilla y Pujadas,​ Presidente de la Real Audiencia de Quito, un documento en el que le anunciaban que había sido destituido y debía abandonar la ciudad en ese mismo momento.

Claro, en el documento se decía que la Junta Soberana de Quito, recién formada, tomaba el Poder hasta que el Rey Fernando VII retome el trono que le había sido arrebatado por Napoleón.

Pero ¿cómo podría denominarse el hecho de que, jurando lealtad al Rey, la Junta Soberana, expulsaba al representante del mismo? Golpe de Estado.

REACCIÓN DE ESPAÑA

España no estaba dispuesta a soportar semejante rebelión. Inmediatamente Lima y Bogotá, centros del Poder español, empezaron a preparar el castigo; mientras que, en territorio de la Real Audiencia de Quito, se tomaban las primeras medidas de gobierno.

Que ninguno se atreva a estar amancebado ni ser alcahuete o hechicero y los que lo fueren serán echados del lugar.

“Que los pulqueros y estanqueros y todos los que tengan licores pongan faroles con luces en las puertas de sus tiendas desde las 6 horas hasta las 9 de la noche, en que serán cerradas, bajo pena de dos pesos de multa aplicados a obras públicas. Los borrachos ociosos y mal entretenidos que fueren aprehendidos en ronda, igualmente que los ebrios que de día o de noche fuesen encontrados en pendencias, serán castigados con 4 días de cárcel.

“Que no haya cerdos en las calles de este Asiento y da su Merced facultad para que cualquiera pueda matar a esos inmundos animales que anduvieran por ellas y al matador se la dará un real por cabeza.

“Nadie puede cortar árboles, debiendo plantar dos renuevos por cada árbol viejo.

“Que no se pidan limosnas ni demandas dentro de este lugar a título de santuarios, comunidades, pobres, hospitales, por considerarse ramo de holgazanería, a ecepción (sip) de los que tuvieren licencia.

“Que no haya mendigos ni vagabundos, y a los que lo fueren se echará del lugar y nadie les acoja en su casa.
“Que no haya cerdos en las calles de este Asiento y da su hicieren resistencia con arma a los ministros de rentas reales se les ha de dar 200 azotes y cuatro años de presidio. Y a los nobles se les aplicará la pena correspondiente aumentándose hasta la muerte cuando la resistencia fuere tan delicada que lo merezca.

“Que nadie tenga perros bravos, ni otros animales; deben mantenerlos todo el día, atados y que los suelten de noche dentro de sus casas”. De esta manera, con órdenes terminantes, la junta Soberana demostraba que estaba dispuesta a hacerse respetar.

La contrarrevolución capitalizó el descontento del pueblo y el alto clero como la aristocracia comenzaron a conspirar. A pesar de que la intención liberaría contemplaba respeto a la religión, acatamiento a la autoridad real e integridad de la patria, la tramoya se resquebrajó por falta de apoyo popular.

“Quisimos ponerle un cascabel al gato con una cuerda demasiado débil. Sólo el pueblo mantiene las transformaciones. Sí, fue un error no contar con el pueblo”. Se expresaría, luego, el doctor Antonio Ante.

Las tropas de Pasto se acercaban para sofocar la insurrección. Para el 24 de octubre la situación llegó al clímax. El posta dejó una relación en la Casa Real y luego pasó donde el doctor Sánchez Orellana para comunicarle la tajante noticia: El conde de Villa Florida capituló ayer. Ruiz de Castilla volvió al Poder. ¡Se ha completado la traición! -replicó el anciano dando un golpe sobre la mesa.

EL 2 DE AGOSTO DE 1.810 QUITO SE CONVIRTIÓ EN UN LAGO DE SANGRE

¿Llegó ya una División realista? Sí, con el coronel Manuel Arredondo, un carnicero que puede hacer de Quito un lago de sangre Las tropas de Pasto y Popayán reforzaron la guarnición audiencial devolviendo al rey su prestigio y poderío. La represión actuó inmediatamente, instaurando juicios, apresando sospechosos y levantando patíbulos.

A finales de julio de 1810 corrió el rumor de que el pueblo, cansado del vandalaje de las tropas realistas, asaltaría los cuarteles para liberar a los patriotas. Arredondo ordenó que al menor síntoma de rebelión pasaran por las armas a los prisioneros.
El 2 de agosto de 1.810 quienes caminaban por la Plaza Grande escucharon que las campanas de la Catedral tocaban a rebato. Mucha gente corría hacia el Cuartel Real de Lima al grito de: ¡Mueran los chapetones!

Numerosos disparos y el olor a pólvora llenaron el ambiente. Después, el estruendo de cañones silenció el de las campanas. Y mientras algunos hombres caían ensangrentando el pavimento, en el Cuartel se inmolaba a los mártires de la libertad: se comenzaba a pagar el precio de la patria. Pasó la caballada realista que con sable en mano dispersaba a la multitud.

TRAS LA MATANZA DE AGOSTO

El 9 de septiembre, llegó por fin a esta ciudad el Comisionado Regio, don Carlos Montúfar, quien había sido enviado desde España por la Junta Central, que ahora gobierna la península desde León… La presencia del Comisionado Regio ha traído calma y esperanza a la Audiencia,
A partir de ese momento, una nueva Junta está dispuesta a perdonar y olvidar, gobernará. Esta nueva Junta estaba compuesta por Ruiz de Castilla, el Comisionado Regio, el marqués de Selva Alegre y el Obispo Cuero y Caicedo.

Para finales de octubre el virrey Abascal desconoció a la Junta Soberana y nombró como Presidente a Joaquín Molina. La mecha estaba encendida nuevamente y el polvorín dispuesto.

Mientras Carlos Montúfar, con su ejército de novatos, se batía con Arredondo en Guaranda, su tío el general Pedro Montúfar marchó a someter Pasto y Popayán, pero antes organizó sus efectivos.

Montúfar tuvo éxito contra Agualongo y logró retener a Pasto, luego la suerte le fue adversa y tuvo que abandonar la ciudad.

Para febrero de 1812 la Junta de Quito terminó de elaborar la primera Constitución política que resultó una fanesca de intereses creados y tendencias monarquizantes.

Cuando el virrey Abascal confirmó que los desórdenes en Quito eran frecuentes destituyó a Joaquín Molina y nombró al general Toribio Montes Presidente Pacificador para que restaurara el erosionado poder real; así mismo desautorizó todo lo legislado por la Junta Quiteña.

Toribio Montes avanzó con un fuerte destacamento de veteranos dispuestos a tomar la capital a sangre y fuego; este inteligente militar sabía conseguir con táctica y sagacidad lo que se proponía, Quito se preparó para la resistencia, pero Carlos Montúfar evitando una mortal carnicería entre su entusiasta tropa de novatos prefirió abandonarla. El choque no se produjo y Montes con su caballería y 3.000 bayonetas tomó el Panecillo y luego la ciudad.

Montúfar y el Obispo Cuero y Caicedo se replegaron al norte.
El general Sámano los persiguió y les tendió una trampa mortal en San Antonio de Ibarra, donde este general realista, desbarató las líneas patriotas e inmediatamente, en la actual plaza de San Agustín, en Ibarra, fusiló, entre otros, al coronel patriota Francisco Calderón, padre del joven que luego sería el héroe del Pichincha Abdón Calderón.

Mientras tanto, los afanes de libertad ya se habían regado por toda América.