Como un ejercicio de memoria histórica, recordamos a la clase política las causas que condujeron al colapso del sistema político erigido sobre la Constitución de 1979.
Pese a la estatura de los líderes políticos de esa época y al inmenso anhelo ciudadano que acompañó el retorno a la democracia, el modelo terminó derrumbándose por su propio peso.
El estricto sistema de partidos, construido con la intención de tener un Legislativo fuerte, pudo traer gobernabilidad a largo plazo, pero, en lugar de ello, la miopía y las complejas personalidades de sus principales actores hicieron del bloqueo y el sabotaje la norma con la que tuvo que lidiar todo régimen.
Tan centrada estaba la atención de los políticos en las eternas disputas partidistas, que no alcanzaron a percibir la profundidad del hastío hacia los partidos y los legisladores que crecía entre la ciudadanía olvidada por sus gobernantes.
Así, en reacción a ello, el país se precipitó paulatinamente, desde 1997, en una vorágine que condujo primero al hiperpresidencialismo, luego al caudillismo y finalmente a la tiranía. Hoy, la clase política amenaza con reeditar el error de sumergirse en el cenagal de la pugna de poderes.
Ecuador es un país mucho más interconectado que en el siglo pasado; bajo ninguna circunstancia puede volver a una permanente inoperancia. No quedan más experimentos políticos; la única alternativa es el diálogo y el consenso, algo que el país no termina de aprender tras dos siglos.
FRASES DEL DÍA
«La ignorancia no es inocencia, sino pecado.”
Robert Browning (1912-1989), poeta inglés
«El poder y la violencia son opuestos; donde uno gobierna absolutamente, el otro está ausente.”
Hannah Arendt (1906-1975), filósofa alemana