Las Venas Abiertas de Ñamérica

Nicolás Merizalde
Nicolás Merizalde

Un 3 de septiembre nació Eduardo Galeano, uruguayo con parsimonia de sabio que en sus años más entusiastas hizo una radiografía de nuestro continente: Las Venas Abiertas de América Latina. Obra precoz pero fértil que se convirtió en el libro insigne para descifrar los intrincados nudos de nuestra sociedad y hasta hoy es piedra tótem de muchas cátedras pese a que los años han apolillado sus páginas y hasta el arrepentimiento de Galeano lo ha recortado mucho.

Lo cierto es que era un libro sesgado, pero bien intencionado. El mundo en el que fue escrito ya no existe y muchas cosas han cambiado desde entonces, menos el fanatismo de sus lectores. Hoy, no nos sirve para entender Latinoamérica, es una locura que muchas universidades ranciamente zurdas persistan en él.

Con una visión más objetiva y menos mitificada de nuestra historia y una noción acertada del mestizaje, el colonialismo recalcitrante y el imperio de la violencia, Martín Caparrós escribió Ñamérica; un intento honesto, monumental y bellamente escrito de rozar la verdad latinoamericana. Un libro necesario que debería convertirse en aquello que Las Venas Abiertas fue para su generación y nos impulse a pensarnos más a tono con los desafíos de la modernidad. 

Pensar, por ejemplo, en cómo este territorio que fue la tierra de la esperanza y se nutrió de sucesivas migraciones que aderezaron nuestra vida cultural de repente se vuelve tierra yerma y parece entrar en una fase de estampida. Diáspora hija de la violencia que hermanada con una pobreza sempiterna se come este continente sin importar etnias, clases o sexo. Pensar, tal vez, en el fracaso de nuestra unión de naciones porque todo lo contaminamos con el tufo de la ideología de moda. 

En fin, Ñamérica como todo buen libro es un espejo, en este caso colectivo y merece ser leído y estudiado como estoy seguro lo hubiera hecho Galeano.