Álvaro Peña Flores
Es una competencia beligerante por determinar quién ha ganado y quién ha perdido. Desde la reduccionista, individualista y poco certera perspectiva de quien cree tener la verdad o de quienes creían que hacían campaña para salvaguardar los derechos de los ecuatorianos. Si se ganó o se perdió, que aún no lo sabemos, hasta que se ponga en marcha el plan, razón por la cual se realizó la consulta, los beneficiarios o perjudicados, seremos todos los ecuatorianos; es un resultado que se observará a mediano plazo. Como todo plan.
Los opositores al gobierno, como dueños de la verdad, como siempre, tachan, y no sin razones, al presidente de fascista, inútil, poco estratega, y hasta de dictador. Han sido una cadena de sucesos no sin precedentes ni al azar. Metástasis, Purga, Plaga, invasión de la embajada mexicana y como cereza del pastel, apagones; y en un contexto electoral y político de todo aquello, una consulta popular, a la que le faltó mejorar su estrategia para lograr su cometido, al menos en las preguntas en las que perdió.
Los opositores, al menos los de la década corrupta con su principal caudillo, relucientes, demagogos y hasta ridículos en sus discursos, haciéndonos creer que su administración fue la mejor. Es tanta la campaña que hacen, no sé si intencionalmente o es que la coyuntura les ayuda, pero hasta ahora, los balances de los gobiernos pasados que hacen, siempre concluyen, que el de ellos, fue el mejor. A este punto pienso que, llegará un momento, dados todos estos acontecimientos críticos que vivimos, si no se mejora la situación, terminaremos amando a quienes dicen fue el mejor presidente de la historia.
Por imposición, por razón o por desgracia, sucederá como ocurrió con el protagonista del famoso libro 1984, al final de nuestra existencia, dopados, viejos, y en una terrible crisis, terminaremos amando a quien tanto daño ha hecho. ¡Ojalá que no!.