Victoria Ramón
La reciente eliminación de la tabla del consumo de drogas ha desencadenado un debate crucial en torno a cómo abordamos el complejo problema de las drogas en el país. La toma de decisiones impulsada por medidas populistas y carentes de fundamentos previos refleja la urgente necesidad de un enfoque más informado y equitativo.
Es imperativo comprender que la eliminación de esta referencia no solo carece de fundamentos sólidos, sino que también podría tener consecuencias significativas en la lucha contra el microtráfico, tráfico y la criminalización de consumidores. La tabla, lejos de fomentar actividades ilegales, ha desempeñado un papel crucial al delimitar claramente a los consumidores de los vendedores, evitando así la estigmatización de aquellos que enfrentan un problema de salud más que un asunto delictivo.
La creencia errónea de que la eliminación de la tabla aumentará la delincuencia es desafiada por la realidad: este cambio nos priva de una herramienta valiosa para establecer penas proporcionales y dirigir nuestros esfuerzos hacia quienes comercian con drogas. Por cual es válido cuestionarnos si ¿Realmente se puede resolver un problema de salud pública como este mediante la criminalización de aquellos que lo enfrentan?, las adicciones no se criminalizan, se rehabilitan, con enfoques integrales.
No podemos permitirnos mirar hacia otro lado, en este problema. Es nuestro deber como sociedad involucrarnos activamente en el apoyo, desarrollo y seguimiento de políticas públicas que aborden de manera efectiva los problemas reales relacionados con el consumo de drogas en Ecuador.