Odio

Freddy Rodríguez García

A propósito de los acontecimientos ocurridos en Bolivia, en donde se ha iniciado un proceso judicial en contra de la expresidenta Jeanine Añez, acusándola de conspiración y terrorismo, por la sucesión presidencial que se produjo luego de las cuestionadas elecciones que culminaron con la reelección de Evo Morales y su posterior renuncia, el expresidente Correa puso unos mensajes en Twitter, dirigidos a varios actores políticos y sociales quienes, en su momento, apoyaron la consulta popular propiciada por Lenín Moreno en 2018 que, entre otras cosas, impidió la reelección indefinida.
“Prohibido olvidar”, fue la muletilla colocada por el exjefe de todos los jefes junto a las fotografías de los supuestos cómplices del “traidor Moreno”, con una evidente muestra de desprecio y amenaza.
En ese escenario Andrés Arauz, el candidato del correísmo, trató de marcar distancias con su mentor, utilizando una frase absolutamente banal: “el odio ya no está de moda” dijo, y la frasecita se le revirtió, al recordarle que el odio no fue una moda, sino una actitud perversa propia de un gobernante despótico que se creyó (y se cree aún) el refundador de la patria, el único poseedor de todas las virtudes, mientras que quienes se opusieron a sus designios fueron tildados de traidores, corruptos, ineptos y otras lindezas; otros además estuvieron enjuiciados o encarcelados por denunciar las trapacerías de ese régimen cleptómano.
Andrés Arauz se encuentra en un dilema digno de una drama de Shakespeare: o es fiel a Correa, sin cuya bendición hubiese estado disputando los últimos lugares en la primera vuelta, o se distancia de él para suavizar su imagen, presentarse como un candidato con voluntad propia, y así tratar de conseguir adeptos en quienes no lo apoyaron que, en su mayoría, no desean el regreso de ese nefasto gobierno.
Muy grave el dilema para Arauz: si bien su imagen estuvo en la papeleta, los que votaron por él en realidad lo hacían por el exmandamás, y el mostrar cierta independencia del líder, criticando inclusive algunos excesos, podría afectar su máxima fortaleza, porque Arauz sin Correa no existe. “To be, or not to be, that is the question”.