Nuestro lindo Ecuador

Somos parte del magnífico, diverso y maravilloso territorio denominado Ecuador, pedazo de cielo donde la naturaleza, la flora, fauna, se desarrollan y evolucionan de manera excepcional, entonces ¿cómo hacerte daño?, si somos parte de la mejor creación que el Mundo puede haber formado.

No hemos aprendido a valorar y sentir el nacionalismo como sentimiento fervoroso de pertenencia, por lo menos un extenso grupo de ecuatorianos que han preferido el vil metal por el orgullo de ser parte de, eso ha hecho que nuestro lindo Ecuador este en las páginas y titulares de crónica roja, y dentro de las peores estadísticas negativas a nivel mundial; mas cuando, en otrora, era considerada como el paraíso de paz, armonía y bienaventuranza, donde propios y extraños sentían el valor de la vida en sociedad. La mancha que te han dejado como aquellos tatuajes que se han impregnado en su piel no podrá desaparecer, porque quedara en tu historia como los peores años que pudimos hacerte pasar, producto de personas que no tuvieron el amor y la valía de engrandecer tu existencia.

Esas diferencias y confrontaciones regionales, sectoriales, grupales, marcadas por egocentrismos, rencor y hasta antipatía, han hecho que la identidad quede en segundo plano, o por lo menos, no entendimos su significado. Alardeamos de ser un país diverso emergido de alto valor cultural con diferentes formas de vida, pero en la realidad fue el inicio de la separación social que, a pesar de convivir juntos no aceptamos al otro y al prójimo como condescendientes de esta misma patria, a la cual le han hecho demasiado daño sin importarles su porvenir; y, hoy estamos pagando las consecuencias con una delincuencia feroz, buscando apropiarse de nuestro futuro a cualquier costo.

Esperemos que podamos encontrar el camino de la paz y unidad, donde la desigualdad social y económica no sean una vergüenza ni un referente para menospreciar o eliminar a sus semejantes. Quienes, realmente, tenemos a nuestro país en el corazón no entendemos y podemos hacerle daño; es por ello, que estos momentos sean motivo para reflexionar y sentirnos ¡orgullosamente ecuatorianos!