No hay reclamo

Rocío Silva

El transporte en general es un servicio que tiene características económicas singulares que hacen de la planificación y administración del mismo una tarea harto compleja y proclive a generar ineficiencias económicas y conflictos sociales y políticos. En el caso específico del último paro de los transportistas en Ambato que duró 10 días, en los cuales los ciudadanos buscaron los modos para transportarse hasta sus trabajos, centros de estudios y más; se registraron varias agresiones en contra de las unidades que laboraron y se amenazó a quienes quisieran prestar los servicios dentro de la ciudad.

La operación del servicio de transporte, suele esconder situaciones de inequidad social y económica, siendo una de las más frecuente la utilización del sistema de “destajo”, en el que los choferes y controladores a partir de un acuerdo -por lo general verbal- se hacen cargo del bus o la buseta a cambio de una fracción de los ingresos diarios consistente ya sea en el excedente sobre una base fijada por los propietarios del vehículo, o en un porcentaje de los ingresos totales de entre el 10% y el 20%

Estudios sociales serios, demuestran que este sistema, combinado con el sistema de monopolio familiar, ha llevado a que sean comunes las frenéticas carreras entre las unidades de transporte público en su competencia por pasajeros, generando trágicos y recurrentes accidentes.  Desde el punto de vista de quienes trabajan en las unidades de transporte -choferes y controladores- la situación es crítica.  No solamente trabajan un promedio de 12 horas al día, deteniéndose tan solo para comer, sino que además tienen ingresos solo el día en que trabajan, y carecen de toda estabilidad laboral y seguridad social.

La formación de los choferes profesionales, habilitados legalmente para conducir vehículos de transporte público, también dista de ser óptima. Está a cargo de escuelas de conducción que son controladas por los sindicatos cantonales y provinciales de choferes. Los gremios de transporte urbano imponen sus condiciones a cambio de auspicios y apoyos en campañas electorales, de ahí se entiende la indolencia tanto del burgomaestre ambateño como de los transportistas, pues ante la pérdida a la reelección, no hay reclamo.

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