¿La pelota se manchó?

FABRICIO GUERRERO
FABRICIO GUERRERO

No voy a pretender ser un experto sobre el fútbol, porque no lo soy, pero este artículo, al igual que las consecuencias de lo sucedido entre los aficionados de Querétaro y Atlas de Guadalajara, van más allá de los estadios y las barras bravas. ¿El problema es el deporte? ¿Nuestra cultura? ¿Los estadios dejaron de ser espacios familiares? Y lo más importante ¿No se supone que íbamos salir “mejores” de la pandemia?

La tesis del texto “Las Barras Bravas; consecuencias de un diagnóstico equivocado” nos indica que las barras bravas pueden convertirse en un problema grave de la sociedad por los actos de violencia cometidos por “pasión”. Entonces ¿El fútbol genera violencia? Vamos a un viaje al pasado y veamos. En 1969 en la guerra civil en el Congo Belga (África) se logró una tregua de emergencia para ver jugar a Pelé, se escucharon gritos por los goles mas no el sonido de balas. Sin embargo, ese mismo año se desató un conflicto que dejó más de mil muertos por un partido de futbol entre El Salvador y Honduras donde se disputaba el primer mundial de ambas selecciones, la famosa “Guerra del Fútbol”. Dos extremos de lo que puede causar la “pasión”.

¿Es la primera vez que ocurre una tragedia como la ocurrida en México? No, en 1985 sucedió lo mismo cuando los hinchas del Liverpool invadieron la sección de la Juventus, el hecho dejó 39 muertos. Bradford City, 1985, 54 muertos. Hillsborough, 1989, 95 muertos. Ya hemos visto antes sanciones como las que se aplicaron en este caso. En 1989 se niega el acceso a los estadios hasta por 10 años a los implicados. Lo que no se comprende es la motivación para golpear hasta la muerte a una persona únicamente porque el color de su camiseta es diferente. Mancharon de sangre la pelota que decían amar.

Pero la verdad es que el fútbol no tiene la culpa que la pelota se haya manchado, estamos frente a un problema estructural que no nos excluye como país. Es triste, lamentable e inhumano lo que se vio en México. Si una guerra no vale lo que una sola vida inocente, créanme que una camisa no es la excepción. Y espero no se me mal entienda, el fútbol es un deporte que se disfruta en familia, si bien ha calmado guerras, ha presenciado la muerte de varios inocentes, incluyendo niños y niñas. Lamentablemente, y por el actuar descontrolado de las Barras Bravas, los estadios ya no son espacios familiares.