Álvaro Peña Flores
Adentrándonos en el estudio de los siete saberes para la educación del futuro, Morín plantea este tercer saber que tiene que ver con “Enseñar la humana condición” y que es la propuesta de una educación más humanista, que prepare seres humanos comprometidos con su mundo, su historia, su cultura y consigo mismos. Preguntas como: ¿Quiénes somos?, ¿dónde estamos? ¿de dónde venimos?, ¿a dónde vamos?, han sido las grandes interrogantes de toda la vida y de los grandes pensadores de la historia, en su afán de buscar el sentido de la vida y la misión que el hombre tiene en el mundo.
En el antiguo templo de Apolo de la ciudad griega de Delfos, estaba plasmada en su portón la frase socrática “Conócete a ti mismo”, cómo máxima de discernimiento y auto contemplación sobre quien es el ser humano. En este sentido la educación, debe apuntar a convertir a las personas en seres reflexivos que estén al tanto de su cosmovisión, de su condición terrestre y de su humana condición.
Esto implica que somos resultado del cosmos, de la naturaleza y de la vida, pero debido a nuestra humanidad misma, a nuestra cultura, a nuestra mente, a nuestra conciencia; nos hemos vuelto extraños a este universo que nos es íntimamente revelador. No es de sorprendernos, por tanto, que desconocemos la humanidad de nuestro prójimo y sus bondades, que hemos olvidado la cultura y la hemos degradado con estilos de vida no propios de seres racionales; nuestro pensamiento y nuestra conciencia, nos alejan otro tanto de la humana condición propia y extraña por nuestros intereses egoístas.
Llevamos impregnados en nuestro seno la singularidad, la humanidad, la vida, y con ello, todo el cosmos, incluyendo su misterio que yace sin duda en el fondo de la naturaleza humana. Como seres creados y evolucionados, conocer a profundidad nuestra humana condición nos permitirá encontrarle sentido a ese viaje misterioso que nos lleva desde el punto de partida al punto de llegada.