Hace más de un mes arrancó el funcionamiento del metro de Quito, un sistema de transporte novedoso, moderno y de muchísima utilidad para descongestionar el tráfico en los sistemas de transporte que ya funcionan en la capital. Este megaproyecto vino acompañado de la Cultura Metro, que se trata de una estrategia de incidencia en el comportamiento social para el cuidado y apropiación del espacio público.
Para darle sostenibilidad a una obra de esta magnitud es necesario que la población que vive en la ciudad, así como quienes la visitan conozcan las normas y valores que la rodean. Cuidarla es reconocer algunos elementos de valor social que están enmarcados en su construcción.
Mas allá de saber que se trata de un desarrollo urbano para la ciudad y también, que mejora la calidad de vida al ofrecer una alternativa eficiente de transporte público, hay otros aspectos que son importantes resaltar.
Este, aporta en la reducción de la desigualdad, dado que proporciona dignidad a los ciudadanos al democratizar el acceso al transporte público, permitiendo que personas de diversos estratos socioeconómicos se desplacen eficientemente. También, reduce las disparidades en la movilidad, brindando a todos la oportunidad de acceder a empleo, educación y servicios de manera equitativa.
Además, estimula el crecimiento económico al conectar zonas comerciales y residenciales. Sabemos que aun es importante ampliar el Metro de Quito para tener mayor alcance, pero sería interesante estudiar lo que ha significado para el Centro Histórico, por la facilidad en su acceso con el Metro.
Estos son algunas líneas de análisis de lo que significa el Metro de Quito para la ciudad y para el país. Por eso es importante su cuidado, su apropiación, conectarlo con la identidad quiteña y ecuatoriana. La Cultura Metro es una herramienta que se tiene que alimentar con todo aquello que aporta este sistema a la ciudad y sobre todo que la población sea consciente y aproveche sus beneficios.
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