Un verdadero escritor

Pablo Escandón Montenegro

Su periplo como nómada terminó hace varios años, pero la verdad nunca lo fue, porque su nación o su espacio fijo no es una localidad ni se lo puede definir bajo una geografía determinada: tiene un apellido materno italiano, nació en la Costa y le gusta el cuy y el frío de los Andes, pero fundamentalmente; todo gira en torno a su obra, donde está su casa, su nación, su raíz y su verdadera identidad.

La literatura es su nación, de allí es; no de otro lugar. Y bien puede ser profesor universitario, publicista, abogado, pero su oficio está en las palabras que cuentan con lógica, que argumentan con arte y que embellecen lo funesto e iluminan las oscuras páginas de nuestra cultura.

Este escritor es verdadero, no es un artesano, ni alguien que está en el trayecto de convertirse en uno. Su profesión es ser escritor, su nación, el lenguaje, y su identidad, contar historias. Conversar con él es como almorzar: una necesidad diaria que se la hace con júbilo y ánimo para seguir en la jornada, pero además, satisface el espíritu ya que da alegría degustar cada elemento que compone su conversación.

Si alguien quisiera describirlo bien podría decir que es el escritor ecuatoriano. No como un adjetivo, sino como una verdadera nominación, la única; así como cuando decimos la Tri, en fútbol, o la única cerveza que nos gusta.

Sus libros son proyectos eternos, es decir, que se hacen y existen continuamente, que se releen y se reescriben cada cierto tiempo, porque para este escritor un texto nunca está terminado: está en constante revisión, es perfectible, como lo es la vida, sobre la que volvemos continuamente para reflexionar y hacer conclusiones para un momento, y luego continuar con la vida.

Porque así es su último libro, una reflexión larga, a manera de narración lógica, hilvanada con ese pespunte invisible que solo la experiencia del oficio y la genialidad producen, en donde encontramos a un ser humano que razona, que siente, y pelea consigo mismo.

Si Nabokov tiene sus clases de literatura, Calvino sus propuestas para este milenio, Kundera nos entregó sus reflexiones sobre la novela; Piglia, sus clases y teoría de la literatura, Vargas Llosa, sus cartas a un joven novelista y García Márquez vivió para contarla, Valencia se lanza en caída libre para mostrarnos el vértigo, la emoción, y la forma de cómo saber hacerlo: caer en la literatura, en la escritura de novelas, en la lectura de grandes obras.

‘Ensayos en caída libre’ es el texto que complementa la narrativa de ficción desde la crítica, la lectura acertada y el pensamiento contemporáneo de Leonardo Valencia Assogna, quien con perseverancia y oficio de cantería nos ha entregado el más importante ensayo literario de este tiempo, no solo para Ecuador, si no para el mundo, pues así se debe escribir: para el infinito, el desterrado, el nómada…

De este gran escritor me quedo con una enseñanza inicial de su libro: “Quien escribe no puede ser solo lector. Entendió su límite”. Estas dos oraciones son el gran aprendizaje del maestro, que sin petulancia y con seguridad comparte este conocimiento descubierto a su tiempo y que lo entrega con bondad y seguridad de que cada palabra, como la forma del agua, encuentra su contenedor en cada lector.