¿Un tiro por la culata?

Alejandro Querejeta Barceló

Es una perogrullada repetir que Ecuador es un país urgido de soluciones a la violencia e impunidad, en particular cuando se dice que en los tribunales hay alrededor de 800 mil causas represadas o que hay regiones donde las víctimas de la violencia por mes alcanzan un rango comparable al de una guerra civil.

En tanto, vivimos en el choque entre el Legislativo y el Ejecutivo una tragedia que sucede cuando en lo político y social se opera desde la locura o de una total falta de adecuación a la realidad, un momento eminentemente populista, que se origina en una mezcla de fragmentación social, desintegración cultural y desestabilización moral. Son tiempos de turbulencias y a mucha a gente le gustan los embaucadores profesionales.

El correísmo y socios insisten en que el Pleno de la Asamblea Nacional lleve adelante el juicio político al presidente Lasso. Sueñan poner en su lugar algún ‘padre salvador’ que dé a nuestra sociedad las claves para entender y superar la violencia y la lógica de las organizaciones criminales que operan en el país.

Replantear de fondo el combate a las organizaciones criminales, conjurar sus conflictos y la violencia homicida, pasa por la consolidación de la unidad de todas las instituciones, un imposible en el país desde hace tres décadas. Esto implica escuchar a los que piensan distinto y comprometerse con la sociedad, pero en su lugar solo hay parálisis y desconfianza. Es el cuento de nunca acabar. Las consecuencias son imprevisibles.

La narcoviolencia no da tregua, los asesinatos siguen, la corrupción gangrena todo el Estado y la batalla para frenarla es difícil, no supera el nivel de simples “saludos a la bandera”. Se proponen cambios, como abrir el camino al uso de armas o consagrar la figura del terrorismo interno, que se prefiguran como demenciales golpes de timón, a la luz de experiencias foráneas semejantes. Todo puede terminar siendo un tiro por la culata.

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