¿Tenían razón los golpistas?

Por segunda ocasión me veo obligado a manifestar mi extrañeza por ciertas opiniones y por quienes las mantienen. Se me hace muy cuesta arriba aceptar la aprobación dada por personas aparentemente sensatas y respetuosas de la democracia al intento de golpe de estado de octubre de 2019, con su secuela de vandalismo, destrucción y pérdidas de todo tipo.

Es una falacia tamaña afirmar que con un nuevo gobierno se hubiese manejado mejor el tema del virus chino. Nadie niega la escasa capacidad del Presidente de la República, pero deberíamos reconocer la inexistente cooperación de quienes habrían podido darla para bien del país. Es más, se ataca sin piedad a los que trataron de poner el hombro sin otro objetivo que salvar a las grandes mayorías de una catástrofe.

Pero hay más: los adoradores del socialismo del siglo XXI cierran los ojos ante una verdad de a puño, si se hubiera dado la supresión de los subsidios a los combustibles la situación fiscal hubiese mejorado y con ella la capacidad de enfrentar imprevistos (esto sin contar que fueron esos sociotontos quienes se comieron los “fonditos” guardados con ese fin).

Regresemos al punto: la experiencia enseña que los estados dirigidos por diferentes gamas de izquierdismos han sido incapaces de mantener los niveles de vida de la población, antes bien, siempre los han deteriorado.

Con pánico me atrevo a imaginar en qué situación se hallaría hoy el Ecuador regido por totalitarios mariateguistas, compañeros de ideología de Sendero Luminoso. Basta recordar las escenas de octubre de 2019: destrucción y caos, saqueos e incendios, asaltos a ambulancias (¡¡¡!!!), vejación a personas indefensas…. ¿Se imaginan a Sendero Luminoso en el poder?

Esas izquierdas violentas, ancladas en las teorías de la revolución de los años sesenta del siglo pasado, son las mismas que defienden el voto nulo para desestabilizar al país; para construir a partir del fracaso de las elecciones un régimen totalitario. Siguen convencidos de que “es deber de todo revolucionario hacer la revolución”. ¿Y tenían razón?