Las disputas por agua

Rosalía Arteaga Serrano

El reciente cierre unilateral de la frontera entre los dos países que comparten una misma isla: la República Dominicana y Haití, decidida por el primero de los dos países, pone nuevamente de relieve la importancia de este líquido vital y la escasez que empieza ya a enseñorearse de buena parte del planeta. Y si bien los diálogos se han reiniciado para obtener un acuerdo sobre la utilización de las aguas del río fronterizo Masacre, no deja de preocupar esta situación.

La disputa surge de la existencia de un río compartido y la acusación de un país hacia el otro respecto de la utilización de sus aguas, que puede verse afectado por la construcción de un canal en la parte haitiana.

Este incidente ilustra de manera gráfica, lo que está ya ocurriendo y seguramente se intensificará en los tiempos venideros en los diferentes puntos del globo, dado el maltrato que sufren las reservas de agua, inclusive las que se encuentran en el subsuelo por la contaminación de las aguas subterráneas con aguas servidas o por falta de cuidado en la perforación de pozos y utilización de estas aguas.

Ya son muchos los países que, sobre todo en tiempos de estiaje, sufren por las sequías que agostan los campos y que no tienen el privilegio de que las aguas embalsadas lleguen a sus territorios.

Es indispensable que el uso del agua sea regulado, que impere también un espíritu de solidaridad para quienes sienten la escasez de este líquido indispensable para la vida tanto humana, como animal y vegetal, así como también que seamos todos cuidadosos con la utilización del agua que aparece como muy abundante en ciertas zonas pero que sabemos que no es un elemento infinito, sobre todo la que sirve para el consumo humano.

Lo que ocurre actualmente en la frontera entre Haití y la República Dominicana, sirve para ilustrar lo que manifestamos y volver imperioso el cuidado del agua, así como su producción.