La nueva comunicación de Lasso

Salvatore Foti

Después de un año y medio de haber mantenido secuestrado al Presidente de la República —para que supuestamente no se queme dando la cara cuando de hablar sobre aspectos negativos se trata—, por fin y tal vez porque ya no le quedaba otra la Secom asumió el hecho que el primer mandatario debe ser mensaje y mensajero del Gobierno y que  no puede haber  otro funcionario capaz de reemplazarlo. De tanto cuidarlo y esconderlo le han hecho mucho daño al Ejecutivo y hoy paga, entre otras cosas, también su falta de presencia y pronunciamientos sobre los casos más graves que agobian al país.

Lasso ha confiado en una táctica muy equivocada y que intentó, sin éxito, salvaguardar su imagen a toda costa, sin exponerlo inclusive en los casos más ineludibles como aquellos que tratan sobre la delincuencia.

No le hacían pronunciarse de manera franca y oportuna sobre los atentados terroristas, sobre el caso Bernal o sobre la grave situación en las cárceles, pero sí lo exponían para hacerle quedar pésimo cuando se trataba de transmitir comunicados intrascendentes y hasta ridículos sobre alguna situación que no le importaba a nadie, o, incluso peor, le hacían decir que la policía Veronica Songor había fallecido cuando aún luchaba entre la vida y la muerte.

En fin, una comunicación improvisada e irrespetuosa de las verdaderas necesidades de la gente y que por fin hoy parece haber cambiado. El Presidente está trabajando en el territorio y está informándonos de los resultados que se obtienen, sobre todo, en el campo de la lucha contra la delincuencia y, aunque falta mucho por hacer, finalmente se ve una luz al final del túnel.

El mandatario y la Secom han entendido que es importante contar lo que realmente se está haciendo y que impacta directamente sobre la calidad de vida de la gente.

Sin embargo, si queremos hilar fino debemos añadir que hoy Lasso, en el ámbito comunicacional, no quiere parecerse a Bukele si no más bien a Correa.

El mandatario ha exacerbado los tonos en más de una ocasión, teniendo arrebatos muy cuestionables y que debería evitar  pues no es bueno, por ejemplo, maltratar a las organizaciones de derechos humanos y polarizar a la población y a las posturas sociales frente a temas tan sensibles como la criminalidad. Si alguna vez Correa atacaba a la prensa, hoy tener un Presidente que arremete con demasiada vehemencia en contra de organizaciones de los derechos humanos no transmite ni optimismo ni tranquilidad, pues estamos pasando del Gobierno del encuentro al Gobierno de la confrontación.