Cárcel del hiper crimen

Kléber Mantilla Cisneros

Una de las peores situaciones de credibilidad e inseguridad democrática se ejemplifica con un sistema carcelario malogrado. Esto cuando se convoca a los privados de libertad a participar en un proceso eleccionario rudimentario ‘en situ’, donde se comete el asesinato sistemático, múltiple e inconcebible de los involucrados del magnicidio político más desastroso de la historia actual. Ahí mismo; difícil creer que existan decisiones libres, confiables, transparentes y sin miedo; dentro de una maquinaria controlada por el megacrimen organizado. A esto se llega cuando las autoridades mienten, manipulan, o se autoengañan tras una justicia arruinada; o, porque buscan el silencio cómplice a toda costa.

¿Quién podría hoy confiar en la protección de testigos o que jueces, fiscales y policías no estén enlistados en alguna mafia? ¿Que nadie sepa quién mató, en la prisión, a siete sicarios, autores materiales, del crimen de Fernando Villavicencio pese a una millonaria recompensa para indagar ese caso? ¿Por qué el olvido como el asesinato con tortura del nominador de ministros de Estado y operador empresarial de la mafia albanesa: Rubén Cherres; y, quién vendió las balas que acabaron con el alcalde de Manta, Agustín Intriago? ¿A quién le importa que siga muriendo gente, pero cambien los dueños de las rutas narco, sea del ‘Gato Farfán’ o del ‘Samir’, mientras en Quito el consumo de droga se dispare como aquel colegio del absurdo, en el poblado fronterizo de Julio Andrade; sin Dios ni ley?

Pues, los ecuatorianos seguimos intentando comprender hasta dónde nos han embarrado con el narcotráfico los últimos gobiernos. Uno, por la inseguridad que está en la calle con perfil de extorsión y el secuestro. Claro, nos dimos cuenta que no es un asunto de llegada de extranjeros y apertura de puertos y aeropuertos lejanos sino que nuestra infraestructura estatal nunca estuvo lista para soportar el peso del hipercrimen. Dos, por los discursos políticos que sonaban a invitaciones para el desorden y la resistencia al vacío. Ese grito de oposición a todo; neoliberal o progresista, en débiles instituciones que no soportan una pizca de democracia porque fueron diseñadas para el narcotráfico corporativo.

Es que estamos heredando las prisiones más peligrosas, corruptas y temibles del mundo; y. el próximo gobernante, más que saberlo cambiar, tiene que recuperar la soberanía completa de un país con sus instituciones; Fuerzas Armadas, universidades, superintendencias y el resto. El poeta británico, William Blake decía que las cárceles están esculpidas con las piedras estúpidas de la ley y los burdeles con piedras angulares de la religión. Foucaulterianamente, la historia de la humanidad sigue siendo la historia de sus cárceles. Hay mucho por hacer.

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