Inició el festival electoral de ilusionistas

José Alvear

Inició el baratillo de ofertas. Tenemos a los primeros precandidatos, a la Presidencia, listos para el vergonzoso festival electoral del ‘ofrece y busca quién te dé’. De pésima calidad y con propuestas mediocres, nos prometen una vez más, que son los ‘salvadores de la Patria’ y que con ellos ‘saldremos adelante’.

Es necesario revisar los nombres de los precandidatos y preguntarnos, por ejemplo: ¿qué capacidad tiene para dirigir el país alguien como Fernando Villavicencio? Un denunciólogo de pasado sindicalista en Petroecuador, con un dudoso título de una universidad de ‘garage’ que además se oponía a rajatabla a la dolarización, y que de paso se jactaba de boicotear nuestro oleoducto cuando no le gustaba el presidente de turno. Además de ser una persona con señalamientos de ser chantajista y que se ha apropiado del discurso ‘anticorrupción’.

Revisemos otro nombre: Virgilio Saquicela ¿Qué aporte puede dar un expresidente de la Asamblea que, teniendo la histórica oportunidad para servir al país, se pasó boicoteando todos los proyectos enviados de Carondelet? Saquicela  tenía una clara agenda de intereses personales y su ambición le decía al oído que si Guillermo Lasso caía, podría llegar a la silla presidencial.

Hablemos ahora del prófugo de Bélgica, Rafael Correa, que aspira a que alguno de sus leales servidores llegue al poder para ‘vengarse’ de aquellos que lo sentenciaron por corrupto y de la oposición que lo enfrentó en democracia. Sí; un señor que parece que ha perdido la razón y que se pasa en redes sociales días completos, amenazando al país entero y a sus detractores. Aspira a regresar a conducir el país con alguno de sus candidatos, luego de que su gobierno durante 10 años nos dejó quebrados y con una deuda pública de alrededor de US$70.000 millones de dólares. Recordemos además que fue el gobierno de la división social, que profundizó el resentimiento social. Ese gobierno de miedo, provocó además que entre ecuatorianos nos veamos con odio en lugar de unirnos para empujar al país hacia mejores días.

Y, también vemos que ya sacó la cabeza, Yaku Pérez, falso profeta que bajo el lema de ‘ecologista’ pretende sorprendernos, pero no tiene la capacidad ni el conocimiento para administrar un país, generar trabajo o atraer inversión extranjera. Un posible candidato que seguramente fiel a sus principios y creencias, pensará que los altos índices de delincuencia del país se enfrentan con justicia indígena.

Tenemos también al populista Partido Social Cristiano, que lejos de generar entusiasmo nos trae decepciones, más aún después de su última alianza con el correísmo. Ese sucio pacto que hoy su caudillo Jaime Nebot niega con cinismo. Esta casta de políticos debe desaparecer, porque gira en función de intereses particulares, no de los ecuatorianos. El PSC que reconoce que su semillero dejó de cosechar líderes, apuesta por Jan Topic, un experto en seguridad, para ocupar la silla de Carondelet. Alguien que está capacitado para ser secretario de Seguridad, pero no para guiar el destino de todo el país, porque Ecuador requiere luchar fuerte contra la inseguridad, pero también tiene graves problemas como la falta de empleo, la desnutrición infantil, el obsoleto sistema educativo, además de un sistema de salud ineficiente y corrupto.

Nuestro país atraviesa tempestades constantemente. Por eso la responsabilidad que tenemos en las elecciones del 20 de agosto es histórica y enorme. No podemos creer ciegamente en el baratillo de ofertas que vienen bajo el marketing sentimentalista que se activa en época electoral. Es hora de unirnos y dejar de lado las vanidades para pensar que de nosotros depende el futuro. Es momento de castigar con el voto a los malos gobernantes, a los que quebraron e hipotecaron el país. Si no meditamos el voto, corremos el riesgo de ser los responsables del mayor éxodo de hermanos ecuatorianos a otros países, de quienes se irán arriesgando su vida, abandonando a sus hijos y familias, al puro estilo de lo que hoy pasa en Venezuela. Y, lo que es más triste y vergonzoso, habremos entregado el Ecuador a los malos, a los corruptos, a los pillos, a los lobos y de eso no hay retorno. ¡Menos Estado, más libertad!