¡Ese Zoom!

Desde que el coronavirus se regó por el mundo entero todos, recluidos en nuestras casas, tratando de adaptarnos al teletrabajo y quienes estudian a través de la teleeducación, nos hemos tenido que acostumbrar al uso de plataformas digitales, a largas horas clavados frente a las pantallas de computadoras, a agotadoras sesiones que nos ponen casi en un nivel de inmovilidad física.

Es indudable, al  menos en el Ecuador y creo que en muchas partes del planeta, que la plataforma zoom es la más usada y la que más adeptos ha conseguido por la facilidad de acceso y uso, aún para quienes no somos expertos en tecnología.

Es frecuente escuchar a las personas decir, cuando tienen una reunión: “me voy a un zoom”, u “hoy he tenido 4 zooms, o 10 o hasta 14 o más”, como me pasa personalmente; con una agenda recargada por lo nacional y lo internacional.

Con seguridad irán apareciendo palabras y verbos creados a propósito de ello como ‘zoombear’ o ‘zumbeo’, que van a causar risa hasta que nos acostumbremos.

Otra secuela que nos está dejando esta utilización de lo digital es que estamos perdiendo el sabor de una buena conversación telefónica, porque todo queremos hacerlo con lo visual y no digamos el hábito de la lectura que cada vez pierde más adeptos por las exigencias de lo audiovisual.

Justo hoy, en una entrevista de radio, me alegré de hacerlo a través del teléfono y no del mentado zoom, en el que uno, aún a muy tempranas horas de la mañana tiene que aparecer “presentable”, es decir vestida y arreglada para presentarse en público.

La entrevista radial por teléfono nos permite hacerlo desde la confortable condición de desarreglados y en cama.

Bueno, la verdad es que el zoom nos trae ventajas pero nos causa otras incomodidades como las ya descritas a las que, pandemia de por medio, hemos tenido que acostumbrarnos.