Descalabro

Por: Eduardo F. Naranjo C.

La sociedad ecuatoriana no se ha librado del tsunami de males que azotan al planeta, aupada tal vez por la sutileza de una gran mentira colectiva. Los hechos muestran que el sistema de valores que fue la norma, al menos teórica, de nuestra cotidianidad, desapareció para dar espacio a la audacia de los bucaneros embarcados en la nave de la política.

Nietzsche formuló su obra sobre la experiencia tortuosa de pasar varios conflictos bélicos que le permitieron analizar la banalidad de los “valores” de su época y proponer una revisión real y necesaria para conducir la sociedad sobre un sistema ético que potenciara al ser humano; con ello suscitó un movimiento de rebeldía que impactó en las élites intelectuales.

Aquellos valores se evaporaron con las dos guerras mundiales que inauguraron la hegemonía del “mercado”, imponiendo su necesidad de alcanzar la felicidad sin importar costos: estatus, dinero, poder, lujo, drogas, sexo, ilusión que condujo al descalabro social. En este contexto, ¿es posible que una sociedad confíe en las leyes, en la justicia, en sus dirigentes? Las acciones muestran hasta donde caímos. Hasta los ciudadanos armados, que eran lo más confiable para la opinión pública, protagonizan numerosos casos de corrupción. De los políticos presenciamos casi 40 años de escándalos y picardías. ¿Es que pretenden el poder para hacerse ricos y nada más, obligando a los ciudadanos a ser cómplices directos mediante el voto?

La falta de ética permite que cualquier charlatán se lance al ruedo. El sistema electoral “democrático es una de las grandes trampas”. En las condiciones actuales, llenos de traficantes de toda talla y crímenes a la carta, ¿qué esperanza tenemos como sociedad que ansía paz, justicia y equidad? Pensar en una nueva sociedad es proponerse crear un sistema educativo sólido y válido, dentro del nuevo contexto tecnológico cuyo alcance aún es una incógnita.