Algoritmos

Si usted busca en Wikipedia lo que es un algoritmo, obtendrá la siguiente definición: “En matemáticas, lógica, ciencias de la computación y disciplinas relacionadas, un algoritmo es un conjunto de instrucciones o reglas definidas y no-ambiguas, ordenadas y finitas que permite, típicamente, solucionar un problema, realizar un cómputo, procesar datos y llevar a cabo otras tareas o actividades”.

Proviene de la lógica y el pensamiento ordenado. Podemos decir que un algoritmo es todo proceso que tiene su inicio y su final con etapas definidas y establecidas bajo diferentes variables a considerar. Por ejemplo, si usted quiere ordenar su armario de ropa, lo puede hacer bajo el criterio de colores, ordenados desde lo más claro hasta lo más oscuro.

Igualmente, si ordenamos nuestra biblioteca, utilizamos el algoritmo o la forma de clasificación por nombre, género, país. Los algoritmos también son sucesiones de criterios por medio de los cuales organizamos la realidad y encontramos soluciones.

Sí, es parte del pensamiento matemático pero no es únicamente para actividades relacionadas con los cálculos, sino con los procedimientos para obtener algo: los pintores, los escritores, los músicos, y hasta los profesores utilizamos algoritmos establecidos consciente o inconscientemente al momento de producir creativamente.

Pierre Levy, un filósofo de habla francesa, nos indica que el uso de los algoritmos no es exclusivo de las máquinas, incluso de las más básicas, sino que es una invención del ser humano, por ello, indica este filósofo creador del concepto de cibercultura, que la inteligencia artificial no es más que información ordenada que el ser humano puso en las máquinas.

La capacidad de aprendizaje de las máquinas es la posibilidad de que la información pueda tener opciones de solución variadas, según la información que contiene el aparato. Por ello, un martillo tiene un algoritmo de uso frente al computador, que tiene infinidad de información de entrada.

En definitiva, los algoritmos son invenciones humanas y son tan malos o tan buenos como somos los seres humanos; no debemos demonizar la tecnología, que no es más que una proyección de lo que somos como personas.